“AMAPOLAS Y JARAMAGOS” es otra de las obras que Luis Briceño Ramírez publica en Jaén en 1.940, estando muy reciente la ocupación de esta capital por las fuerzas sublevadas, hecho que ocurrió en marzo de 1.939, a escaso un mes de dada por finalizada la guerra civil por el bando nacional. Su corazón está muy dañado por la desaparición y asesinato de su hijo, ocurrido durante el terror caliente del verano de 1.936, recién iniciado el Golpe de Estado, en una ciudad donde aquél no triunfó y en unos momentos donde la autoridad de la República se resintió sobrepasada por los acontecimientos. Todas estas circunstancias las describe el autor como si le sirviera de desahogo por las vicisitudes vividas durante esos tres años del “furor marxista”, formando parte del prólogo de la obra que él, modestamente, lo titula como “Origen, fundamento de esta obrita”.
Es intención de este blog transcribir en su totalidad el texto de este prolegómeno, que dada su extensión, se hará en tres entradas. Merece la pena su lectura porque el autor se abre con todos sus sentimientos, mezcla de dolor y de ánimo por seguir adelante en la cotidianidad de su vida.
Dedicatoria: <A la memoria de mi llorado hijo Manolo, camisa vieja y jerarquía de Falange, arrancado del hogar y sacrificado al furor marxista. ¡Presente!> Su Padre.
[Ambientación] Primer número de <FRENTE SUR: periódico de altavoz del Frente Sur, órgano del Comité Provincial de Jaén del Partido Comunista de España>, 21 marzo 1.937. Fuente: “memoriademadrid punto es”.
«”Origen, fundamento de esta obrita (Primera parte).
Se vivían días aciagos. La Patria, esa tierra privilegiada -porque todos reconocen que lo es- en que vinimos a la vida, y a la que tanto reverenciamos, por lo que sabemos que fue; a la que sinceramente queremos e idolatramos, por lo que nos consta, por lo que presentimos que llegará a ser, estaba en peligro.
Esta tierra tan nuestra, arrancada tantas veces del avaro poder de sus repetidos usurpadores, que guarda entre sus apretados y compactos granos, como reteniéndolas en fuerte y armonioso abrazo, y en son de impedir que pueda nadie ni nada arrebatárselas, las sagradas cenizas de nuestros progenitores: tierra bendita, recopilación de nuestros afectos materiales, suma de nuestro caudal de espiritualidades, pasaba por la grave contingencia de sufrir daños que podían haber sido irreparables.
El pequeño patrimonio heredado de nuestros mayores, o adquirido con el esfuerzo de nuestro trabajo; nuestro hogar, con el grato recuerdo de los muebles y utensilios de nuestro uso personal; el lugar de nuestros primeros pasos, tan añorado ahora que nos hallamos de él ausentes; el paseo de nuestras predilecciones; el árbol que plantamos y cuidamos, como depósito de ilusiones y esperanzas juveniles; la senda favorita, testigo mudo de nuestros primeros devaneos amorosos; el dócil animalejo que tan tiernamente acariciamos y apadrinamos en nuestra adolescencia; la huerta en cuya labranza colaboramos; la industria que recogió nuestros primeros esfuerzos de trabajador; el comercio al que aportamos nuestra actuación profesional, …
El compañero con quien compartimos nuestros juegos y distracciones; el contertulio con quien sostuvimos las primeras discusiones estudiantiles; el buen amigo con quien departíamos alegremente, y a quien confiábamos, en desahogo mutuo, las cuitas de nuestros primeros tropiezos en el escabroso camino de la vida; el camarada con quien examinábamos y confrontábamos los distintos puntos de vista de nuestras apreciaciones sobre los fenómenos del mundo, en todos los órdenes; el deudo a quien estimábamos por el parentesco y por el roce de constante trato familiar; el pariente más cercano, a quien nos aproximaba más un especial afecto de simpatía; nuestra familia entera; nuestros mismos progenitores, nuestros propios hijos, …
Todo ese entrelazado conjunto de inclinaciones, de simpatías, de amistades, de afectos, de cariños, de amores, tan consustancial con nuestro ser; todo ese compuesto de atracciones material y lazo espiritual que nos une, que nos liga, enlaza y apega a lo que nos rodea, incluso a la vida, se hallaba bajo la seria amenaza de su disolución, de su estropicio, de su pérdida total, de su desaparición, de su destrucción, …
[Ambientación] Portada de “JOVEN GUARDIA: boletín del Regimiento <Pasionaria> N.º 13. Organizado por la Juventud Socialista Unificada. Año I, Núm. 25, Madrid 23 septiembre 1.936. Fuente: “hemerotecadigital.bne punto es”.
Toda una serie de mánceres [1], chafandines [2], golfos, jácaras [3], proxenetas, pederastas, galloferos [4], bribones; verdadero racimo de horca, encumbrados a las gradas del ejercicio del poder, por el asalto, por el brutal atropello, por la eliminación total de toda persona decente, que si alguna escapaba a la caza, al ojeo, podía contarse como un verdadero milagro, lo iba minando todo, en plena nequicia [5], y cuando no con la requisa [6] (esto era un eufemismo), con el incendio y el robo, de lo que no se apoderaban para disfrutarlo en desenfrenada orgía, con verdaderas bacantes [7], todas de instintos criminales, como las Euménides [8], lo iban desmembrando todo, todo lo pulverizaban, y el lodo y la sangre y la tizne de los incendios, en horrible bahorrina [9], todo lo empringaba. Y como si un nuevo ser, engendrado en el contubernio bárbaro y sin nombre del chacal y la pantera, de todos los ofidios venenosos, insectos con ponzoña y plantas con sustancias deletéreas [10], hubiese surgido del fondo de la tierra, aparecieron aquellos <mandamases> bajo cuyas férulas había que aplastarse, con el mimetismo que Dios nos inspirara, para poder escapar a sus certeros golpes.”»
Notas del transcriptor (consultas RAE y otras fuentes):
[1] Máncer.- Hijo de una mujer de vida licenciosa, adúltera o dedicada a la prostitución. Sin rodeo se trata del usado <hijo de puta>.
[2] Chafandín.- Dícese de las personas vanidosas y de poco seso.
[3] Jácara.- La palabra jácara deriva del jaque <malhechor>, designa en su origen el romance cantado sobre la vida y andanzas de un rufián.
[4] Gallofero.- Holgazán y vagabundo que anda pidiendo limosna.
[5] Nequicia.- Maldad, perversidad.
[6] Requisa.- En tiempo de guerra, recuento y embargo que se hace de cosas necesarias.
[7] Bacante.- Mujer que participa en orgías.
[8] Euménides.- Se trata de la tragedia que cierra la trilogía llamada Orestea. El tema de Las Euménides se centra en el final de la cadena de muertes en el seno de la familia de Agamenón.
[9] Bahorrina.- Conjunto de muchas cosas asquerosas mezcladas con agua sucia.
[10] Deletérea.- Mortífera, venenosa.
Continúa el 12 de enero de 2.025
Fuente: “AMAPOLAS Y JARAMAGOS: cuentos, anécdotas, narraciones y chascarrillos”, por Luis Briceño Ramírez, p.p. 5-9. Primera edición, Gráficas Morales, Jaén, 1.940.
No hay comentarios:
Publicar un comentario