“AMAPOLAS Y JARAMAGOS” es otra de las obras que Luis Briceño Ramírez publica en Jaén en 1.940, estando muy reciente la ocupación de esta capital por las fuerzas sublevadas, hecho que ocurrió en marzo de 1.939, a escaso un mes de dada por finalizada la guerra civil por el bando nacional. Su corazón está muy dañado por la desaparición y asesinato de su hijo, ocurrido durante el terror caliente del verano de 1.936, recién iniciado el Golpe de Estado, en una ciudad donde aquél no triunfó y en unos momentos donde la autoridad de la República se resintió sobrepasada por los acontecimientos. Todas estas circunstancias las describe el autor como si le sirviera de desahogo por las vicisitudes vividas durante esos tres años del “furor marxista”, formando parte del prólogo de la obra que él, modestamente, lo titula como “Origen, fundamento de esta obrita”.
Es intención de este blog transcribir en su totalidad el texto de este prolegómeno, que dada su extensión, se hará en tres entradas. Merece la pena su lectura porque el autor se abre con todos sus sentimientos, mezcla de dolor y de ánimo por seguir adelante en la cotidianidad de su vida.
Dedicatoria: <A la memoria de mi llorado hijo Manolo, camisa vieja y jerarquía de Falange, arrancado del hogar y sacrificado al furor marxista. ¡Presente!> Su Padre.
[Ambientación] Portada del diario falangista <PATRIA>, de Granada, el jueves 30 de marzo de 1.939, tras Madrid, cayeron otras capitales de provincia como Jaén, Ciudad Real o Guadalajara. El ejército republicano se auto disolvió y muchas de sus fuerzas cayeron prisioneras. Fuente: “x punto com/manuel_dm_m/status”.
Viene del 12 de enero de 2.025
«”Origen, fundamento de esta obrita (Tercera parte).
… Ya se conocía algo de lo que había de venir y que pululaba en el ambiente, avivando las esperanzas y los buenos augurios y confortando los ánimos, como la proximidad de un jardín o de un huerto florido nos avisa con el envío de sus odorantes efluvios. Noticias <sotto vocce>, que muchas veces ni aún se sabían confirmadas, robustecían y afirmaban, cada vez más, los más halagadores optimismos, las ilusiones más bellas, las más lisonjeras esperanzas … Pero, ¡qué peligroso el investigar! …
El traidor escucha, el fingido camarada, el taimado espía, siempre alertas, maniataban, impedían la acción …
Y había que evitar la ocasión, esquivar la posibilidad de caer en la trampa o armadizo con que trataba de atraparnos el enemigo, que no se descuidaba en la vigilancia de sus presuntas víctimas.
¿Procedimiento profiláctico para atajar el mar, para alejar el peligro?
Muy conocido por la triste experiencia: el aislamiento, la reclusión casera, la vida de hogar.
¿Y el aburrimiento y el hastío que esto produce, cómo curarlo, cómo paliarlo, al menos?
Al alcance de todos: tertulia íntima, familiar, conversando sobre cosas banales; divagaciones pueriles, rezo, meditación; lectura de libros intranscendentales, baladíes, de amena y ligera literatura; apartamiento de la mente y del corazón de cuanto constituía y constituye su tortura.
[Ambientación] Cartel contra la <Quinta Columna>. Fuente: “elmundo punto es”, 22 diciembre 2.022.
¿Cómo distraer mejor, por nuestra parte -fuera del consolador paliativo de la oración-, las penas que nos atosigaban en aquellos críticos momentos?
Intentar describir los encantos y atractivos de la lectura -ese grato pasar la vista por lo escrito, o por lo impreso, haciéndose cargo del valor y significado de la expresión gráfica, que tanto ilustra y que constituye una sana distracción para el aficionado-, sería descubrir el Mediterráneo, o la Puerta del Sol a los madrileños.
En la lectura, pues, en que tantas veces nos hemos refugiado, volvimos a buscar el hacer más llevadera, menos molesta, nuestra necesaria clausura, y leyendo, leyendo cuanto caía en nuestras manos, que no pudiera ser motivo de sospecha, caso de ser sorprendido, vino a caer en ellas un ejemplar de la colección de <Cuentos y chascarrillos Andaluces>, editada por Fernando Fe, Madrid, 1.898; sugeridora de esta otra, pobre, vulgar, y modesta, de <Cuentos, anécdotas, narraciones y chascarrillos>, que titulamos <Amapolas y Jaramagos>, plantas que, si estropean y perjudican los sembrados, simbolizando lo que representa nuestra colección, poseen ciertas propiedades terapéuticas, símil del pasatiempo, para el lector, que se intenta proporcionar, dejando para el sentimiento que guía la titulación la paridad del rojo y gualda de dichas plantas con el del emblema patrio, suprema encarnación de la singular valía nacional y del coraje, generador de las inagotables y arrolladoras energías españolas, que han sabido hacer surgir a España incólume del báratro más espantoso que la humanidad ha conocido.
Acoge, paciente y amigo lector, esta humilde labor nuestra, con la simpatía que siempre has prodigado a la buena voluntad, y dispénsale el obsequio, ya agradecido, de tu probada benevolencia.”»
Final de este preámbulo.
Fuente: “AMAPOLAS Y JARAMAGOS: cuentos, anécdotas, narraciones y chascarrillos”, por Luis Briceño Ramírez, p.p. 5-9. Primera edición, Gráficas Morales, Jaén, 1.940.
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