Continuación de: 2.3.- La pesca.
Rojas dice que la almadraba se hace “delante de Conil”. En ella intervienen 9 barcos en el mar “que cercan y calan el atún”, más otro barco más que “lo enreda y lo lleva a tierra, tirando de la cinta gorda más de 200 hombres”, con otros 4 barcos en tierra. La almadraba se preparaba, como siempre, con tiempo. Rojas señala que “tres meses antes de comenzar la pesca se emplean mucho en preparar los instrumentos de ella”, para que todo esté a punto a mediados de mayo. Casi la mitad de sus empleados, pescadores y otros trabajadores, serían de Conil, pero acudían también hasta 250 hombres más, entre ellos 150 “paraleros”, que permanecían 50 días en la almadraba. Rojas dice que aunque “antes hacían este trabajo los de Conil”, desde hacía unos años se los iba a buscar a Málaga (Estepona, Marbella y Manilva), y en los dos últimos vinieron de Portugal. Esto podría deberse a conflictos entre los conileños y el Duque, de los que hablaremos en la segunda parte de este trabajo. La ganancia de los paraleros (trabajadores de playa) era de 5 reales, 3 libras de pan y las huevas de los atunes. Otros “100 aventureros acuden sin ajuste a la pesca y suelen alcanzar 2 reales diarios cuando hay que trabajar y siempre 3 libras de pan muy malo”, para cada uno, al objeto de tenerlos retenidos en la playa. Repite el tópico de que se trata de gente PÍCARA Y PENDENCIERA. La llegada de tantos temporeros y de mucha gente de los pueblos vecinos que acudían a esta “diversión” hacía aumentar, dice Rojas, la “carestía” en el pueblo.
[Ambientación, imagen no incluida en el original] Almadraba, 1.988. Fuente: facebook Juan Bermúdez, Scard Bermos.
La pesca del atún “es muy eventual”, y aunque en Conil se pescó en años pasados hasta 15.000 atunes, pero el año 1.803 se cogieron sólo 7.000 (un mal año, según Rojas). Su comercialización estaba en manos de valencianos y catalanes, que se llevaban dos tercios de la pesca, descargando parte de ella en los puertos mediterráneos de Málaga, Almería y Cartagena. Al Duque a Madrid iban 25 arrobas de atún, que también se vendía en Cádiz, Sevilla y otras partes. Los ingleses, dice Rojas, “compran algo y lo suelen pescar o robar ya pescado” . Desde 1.780, España reinicia sus hostilidades contra Inglaterra y hay noticia de que en 1.797, el año de San Vicente, los “corsarios ingleses” causaron daños en las almadrabas de Conil y Zahara. La inseguridad costera, que parecía superada desde mediados del XVIII, vuelve a padecerse en época de conflictos.
Según Rojas, la Almadraba de Conil rentaba al duque “30.000 pesos unos años con otros, deducidos los grandes gastos que le cuesta”, dado el elevado número de trabajadores que emplea (400-450 hombres, según Sáñez Reguart). Los beneficios equivaldrían a 1.500.000 de reales. En informe de 1.804, el comisionado regio Felipe de Orbegozo estimaba que las 15 almadrabas españolas de entonces producían 2.000.000 de reales a sus dueños, dando ocupación a 2.000 hombres, “la mitad de ellos en Conil y Zahara, 800 en la pesca y 200 en las chancas de salazón”, lo que viene a certificar la importancia comparativa de las almadrabas atlánticas sobre las levantinas, aquellas de buche y alguna de monteleva.
Almadraba de tiro (Duhamel de Monceau).
Fuente: Boletines “LA LAJA” (Amigos del Patrimonio Natural y Cultural de Conil), núms. 5 y 6, 2.005-2.006.
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