miércoles, 27 de marzo de 2024

“LOS PÍCAROS DE CONIL Y ZAHARA”, PABLO ANTÓN SOLÉ (10 de 39).

[CONTINUACIÓN del 18 marzo 2024]

«”CAPÍTULO II. LA PESCA DEL ATÚN COMO AGRADABLE DIVERSIÓN DE LOS ANTIGUOS.

La visita a la almadraba de Zahara era un gran entretenimiento y con tal motivo se vió favorecida en muchas ocasiones con la presencia de los Reyes y Grandes de España. Don Enrique IV [1], recibido y agasajado espléndidamente en Vejer por el Duque de Medina Sidonia, empleó tres días para verla. En el primero, subió a la atalaya para ver venir a los atunes; y los restantes, contempló cómo los sacaban del mar, y recorrió las dependencias, donde los cortaban y salaban.

En 1.541 estuvieron los Duques en la almadraba con los Condes de Olivares y otros magnates, acompañados de vasallos, criados y gran séquito y servidumbre. Todos se alojaron en Zahara por muchos días. 

Grabado de Vejer en el Civitates, 1575, de Georg Hoefnagel. Fuente: “Cinco grabados de Vejer (siglos XVI-XVIII). Estudio crítico”, Antonio Gámiz Gordo. Sociedad Vejeriega de Amigos del País, 2006. 

La contemplación de la pesca del atún merecía un molesto desplazamiento. Recientemente hemos oído hablar entusiasmadas a diversas personas, que habían estado en alta mar, asistiendo a una levantada de atunes. Cuánto mayor y más encomiástica hubiera sido la expresión de su vivencia, si en lugar de una almadraba de buche u otra de las modernas, hubieran presenciado una de vista, más antigua y sencilla, pero más movida y variada.

El almojarife e historiador gaditano Agustín de Horozco [2] asistió varias veces a la almadraba de Hércules y nos hizo la siguiente relación de tan singular espectáculo: 

Detalle de la almadraba de Hércules, en Cádiz. Civitates Orbis Terrarum, libro V, 1598. Giorg Hoefnagel. Fuente: Encrucijada de mundos: identidad, imagen y patrimonio de Andalucía en los tiempos modernos. Universidad de Sevilla. 

llegados los atunes a tierra, no ay en el mundo cosa de mayor pasatiempo i gusto que ver la cruel i graciosa batalla, que los xavegueros traen con ellos para degollarlos, porque, como el atún es tan grande de ligereza y fuerza, defiéndese bravisamente, i anda la brega dando recios enviones y golpes con el pobre pelado o xaveguero i metiéndole tras de sí en el agua. La grieta, la priesa en el degollar i sacar a tierra, la diligencia de mirar que no se vayan, la solicitud de los pelados para desaparecer algún atún i la de los oficiales para escusar sus rapiñas, la presteza de recogerlo, unos en el agua, otros fuera, es muy de ver i todo ello gracioso entretenimiento (1).

Trabajo de los <xavegueros> sacando los atunes a tierra. Fuente: “zaharadirect punto com”, Almadraba. 

La almadraba de Hércules hubiera resultado bastante pequeña comparada con la de CONIL. Sin embargo, era uno de los lugares de recreo más concurrido de Cádiz, en el siglo XVI. Allí arribaba una gran multitud de la ciudad, los alrededores de la Isla y otras partes de España, para presenciar la pesquería de los atunes.

El doctor Thebussem nos brindó con su pluma galana y su viva imaginación andaluza una de las descripciones más exactas que se han hecho de la almadraba de Zahara: 

Zahara de los Atunes. Viena 33vo. Apuntes de la pesca y secado del atún. Anton van den Wyngaerde. Fuente: “masquetours punto com”, 18 junio 2020, el espectáculo ancestral de la almadraba, Blanca Espigares Rooney

la diversidad de los colores y hechuras de sus harapientos vestidos (de los jabegueros); la multitud de tipos que retratan al pícaro consumado; el placer y el entusiasmo que produce el anuncio de la llegada de un <lance de atunes>, señalado con una bandera por uno de los vigías de las atalayas; la animación y la grita que se despiertan al contemplar aquella multitud de grandes peces, que juntos en la red parecen por su color una enorme mancha de tinta que ha caído sobre el mar; el frenesí de que se poseen los pescadores al ver a los atunes ya en la orilla, en cuyo momento se arrojan sobre ellos, cloque en mano, y se entabla una lucha, en la cual se defiende el inofensivo pez con fuertes y violentas sacudidas; el agua de la mar teñida con sangre y con cieno; la algazara de los que tiran de la jábega; el aspecto de aquellos hombres medio desnudos o desnudos del todo, acelerando la muerte del atún; el toque de los tambores; el movimiento de las banderas en barcas y atalayas; la especie de mugido de los pescados moribundos; los alaridos y la confusión que allí reinan; todo esto, alumbrado por el fuerte sol de Andalucía, en medio de un desierto arenal, y teniendo por decoración al océano, forma un cuadro tan extraño y tan nuevo, que no se parece ni a las partidas de caza, ni a las funciones de toros, ni a las carreras de caballos, ni a ningún otro de esos análogos espectáculos, que suelen verse con frecuencia entre nosotros (2).”» 

Almadraba de Conil, del tipo de ·vista o tiro”. Fuente: “Diccionario de las artes de la pesca nacional”, 1791-1795, Antonio Sáñez Reguart

Notas del autor:

(1) Horozco, Agustín de, “Historia de la Ciudad de Cádiz”, Cádiz 1845, Lº IV, capítulo 9, página 1998.

(2) Doctor Thebussem, Segunda Ración de Artículos. Artículo “Zahara de los Atunes”, página 203. 

Notas del transcriptor:

[1] Enrique IV, el Impotente (Valladolid, 05 enero 1.425 – Madrid, 11 diciembre 1.474). Rey de Castilla. Fuente: Real Academia de la Historia. Algo más de su vida AQUÍ.

[2] Agustín de Horozco (Escalona, Toledo, ± 1.550 - ± 1.620). Historiador. Fuente: Wikipedia, la enciclopedia libre. Breve biografía AQUÍ.

Fuente: “Los pícaros de Conil y Zahara: estudio histórico sobre los jesuitas y las almadrabas del duque de Medina Sidonia en la segunda mitad del siglo XVI”, Pablo Antón Solé; edición original en Cádiz, 1965; reedición Ayuntamiento Conil, 2009. 

[CONTINUARÁ el 05 abril 2024] 

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