viernes, 20 de diciembre de 2024

“CONIL EN VÍSPERAS DE LA BATALLA DE TRAFALGAR”, 4 de 15. ANTONIO SANTOS GARCÍA, Licenciado en Historia Universidad de Sevilla.

Continuación de 2.1- Agricultura.

El panorama del OLIVAR era mucho menos halagüeño. La superficie de cultivo se había ampliado a 450 aranzadas, que daban sólo “20 arrobas de aceite cada año” desde que les atacó una enfermedad, llamada “pringue, cochinilla o mangla”. Un cuarto de siglo antes, el Vecindario apuntaba que este cultivo recibía muy pocos cuidados “pues es muy señalado el olivar que logra el beneficio del arado, limpia de malezas de montes y talas proporcionadas, por desidia de los mismos dueños y así su fruto es escaso”, por lo que daban una cosecha completa cada 7 años.

La HUERTA se duplica en el último cuarto del siglo, a juzgar por los datos de Rojas, aunque su extensión superficial nos siga pareciendo escasa. Habría 31 aranzadas de huertas, cercadas de pita, en donde cultivan verduras y “cebada para alcacer”, con pocos árboles frutales, excepto las higueras, que son muy comunes en las viñas. Cogen –dice Rojas- unas 200 cargas de lechuga cada año. Siembran nabos, pero no patatas ni “acenorias” (zanahorias). Por su parte, el Vecindario señala que para poder producir anualmente, las “huertas de hortalizas” eran beneficiadas con el estiércol, procedente de establos domésticos o de majadas y rediles de ovejas, “de su orín y majadeo”. El continuo trabajo y abonado de la tierra haría muy productivas estas huertas, en relación con otros aprovechamientos agrícolas de secano. Las arboledas estaban dentro de las huertas, dispuestos sus árboles “sin orden ni con separación de calidades, cuia cortedad no llama la atención y se considera como un agregado de dichas huertas”. 

Noria y piscina para embalsar el agua de riego, Huerta del Jardal. 

La importancia de la huerta y, sobre todo, del viñedo (exportación) se acrecienta si aplicamos los criterios de rentabilidad de la época, en reales por aranzada, que elevarían la importancia de la viña a un tercio del valor de la producción agrícola local, y la de la huerta muy por encima de la del olivar, a pesar de su extensión limitada.

Los baldíos ocupaban a fines del XVIII más de la mitad del término; su rentabilidad era escasa, pero no quedaban sin aprovechamiento. En 1.778 la superficie de CHAPARRALES de Conil (50 aranzadas) era escasa, como la de pinar, y “los pocos que hay son saltados, y no hay aplicación a ellos, porque su leña no tiene más destino que el surtimiento de los hornos del común, de los arados, algunas vigas para carretas y tablas para carena de embarcaciones”. La extensión de las tierras de PINAR era “despreciable”, 17 aranzadas según el Vecindario, y se recomendaba seguir el ejemplo de Chiclana, que sacaba rentabilidad a sus extensos pinares por su “fácil transporte a la bahía de Cádiz, donde como leña lo venden y surten a los navíos”, con lo cual se aprovecharía el terreno de Roche “que por ser arenoso, de chinalejo y barroso goza de la cualidad adequada a los pinares”. El extenso pinar actual no se empezará a plantar, sin embargo, hasta fines del siglo XIX. 

[Ambientación, imagen no incluida en el original] El pinar conileño, 10 marzo 2.024. Gentileza: Javier Lara Vázquez

Las actividades de RECOLECCIÓN en baldíos y montes debían constituir la ocupación de muchos parados y braceros, durante ciertas épocas del año. Rojas señala que hacen anualmente unas 100 arrobas de carbón (sus pinos “no sirven para otra cosa, pues es muy mala su madera”). Los pobres cogen la grana de la carrasca a fines de abril y en mayo, en cantidades muy variables. También cogen palmitos y apio espontáneo, que también exportan o comen, y recolectan el romero y otras plantas, para venderlo. Tienen las alcachofas espontáneas (que no cultivan), cuya hoja y frutos tiernos comen. Los niños y los viejos se dedican a coger espárragos y tagarninas, que venden en la plaza: para el consumo prefieren el espárrago triguero, y el blanco lo exportan. En Conil, dice Rojas, “no hay cazador de oficio”, pero sin duda que la CAZA era otro aprovechamiento no despreciable de los baldíos y montes del término. Rojas hace también una EXTENSA RELACIÓN DE LAS PLANTAS DEL TÉRMINO, y nombra más de 120 especies en flor y otras 30 sin ella (marzo de 1.804), además de algunas especies animales de su costa o sus diferentes tipos de rocas. Pero no entraremos en ello. 

Fuente: Boletines “LA LAJA” (Amigos del Patrimonio Natural y Cultural de Conil), núms5 y 6, 2.005-2.006.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario