[CONTINUACIÓN del 23 mayo 2024]
… y sigue … «”CAPÍTULO V. SAN FRANCISCO DE BORJA, MISIONERO EN LAS TIERRAS DEL DUQUE DE MEDINA SIDONIA. DOS LEGOS JESUITAS EN LAS ALMADRABAS DE 1557.
El Conde de Niebla falleció en 1556. Muerta la Duquesa aquel año y el Duque dos años más tarde, la Condesa de Niebla se puso al frente de sus estados durante la minoridad de su hijo Alfonso, que contaba seis años. Doña Leonor, heredera de los santos anhelos de su suegra, mantuvo vivo el propósito de las misiones de las almadrabas, no juzgando tampoco remedio más eficaz para sanearlas moralmente que la presencia de algunos jesuitas durante el tiempo de las pesquerías. Y así lo pidió al P. Bartolomé de Bustamante, Provincial de Andalucía (2) [1].
[Ambientación] “San Francisco [de Asís] y los ladrones”, de Josep Benlliure Gil. Fuente: “nathaliedelaconcepcion.wordpress punto com”.
El 30 de agosto de 1557 el P. Diego López, fundador y primer rector del Colegio gaditano de la Compañía unos seis o siete años más tarde, escribió desde Sevilla una carta cuatrimestral, una de aquellas que solían enviarse a las provincias para común edificación. Refiere en ella, entre otras cosas, la visita de dos hermanos legos a las almadrabas de CONIL y Zahara. Este sería el primer contacto y actividad apostólica de los jesuitas en la Diócesis de Cádiz. Podemos considerar esta visita como de reconocimiento y tanteo previo.
Era el tiempo de la pesca. La entrada de los dos hermanos fue ayudando a tirar de las redes y cantando la doctrina cristiana en lugar de los cantares deshonestos, que los pícaros solían. Su porte serio, su caridad y su falta de respeto humano les valieron mucho para imponerse a aquella chusma. Les inculcaban las verdades de la fe, de manera, que entraban en sus chozas y lograban, sin ninguna oposición, colocar imágenes de santos, donde tenían ellos figuras indecorosas y obscenas. Para asegurar un tanto el fruto de su labor, procuraron inducir a algunas personas a que los instruyeran y prosiguiesen en la enseñanza de la doctrina. También les encargaron corregir los juramentos y blasfemias. Por los pueblos, por donde pasaban, excitaban a las gentes el deseo de ver allí y oir a los Padres de la Compañía, cosa que demostraban las cartas que trajeron de algunos vicarios y hombres principales (3).
[Ambientación] Grabado del estudio “Libros y objetos obscenos en Nueva España durante la segunda mitad del siglo XVIII”, 7 septiembre 2020, Mariana López Hernández, U.N.A. de México. Fuente: “redalyc punto org”.
Se hace referencia en esta carta a una devoción de Nuestra Señora de las Virtudes, Patrona de Conil, venerada en una pequeña y antigua imagen en el convento de Mínimos de San Francisco de Paula, a las afueras del lugar. Entonces acudían con más frecuencia los vecinos de los lugares comarcanos a invocarla con gran devoción, ya que era Señora por cuyo medio se obran cada día muchos milagros (4).
Se cuenta que era costumbre en aquellos tiempos poner por las noches en la playa de CONIL faroles encendidos, para que vistos en continuo movimiento por los barcos que pasaban junto a la costa, creyendo se trataba de naves perdidas y a la deriva, fueran a dar en los riscos y encallaran, oportunidad que aprovechaban entonces para atacar a los incautos y apoderarse del cargamento. Y eran de tal condición aquellos hombres, que no vacilaban en acudir a la intercesión de María, en aquella bendita imagen y advocación de las Virtudes. Lo cual nos muestra que dentro de su ignorancia, más o menos vencible y responsable, aún conservaban un rescoldo de amor a la Madre de Dios (5) [2].”»
[Ambientación] Detalle del grabado de la almadraba de Torre de Hércules en Cádiz, realizado por Hoefnagel en 1.575. Fuente: “europasur punto es”, Andrés Sarriá Muñoz, 3 mayo 2021.
Notas del autor:
(2) Roa, Historia de la Provincia de Andalucía de la Compañía de Jesús, Lº. 2º, cap. 6º.
(3) <Monumenta Historica Societatis Jesu>. Litterae Quatrimestres, Tº 82, epítola 82.
(4) Horozco, <Historia de la Ciudad de Cádiz>, Cádiz, 1845, pág. 311 y sig.
(5) Escribía el Doctor Thebussem a mediados del pasado siglo [XIX]: Aún cuando desde la época de López de Ayala hasta la nuestra se han dulcificado las costumbres de este pueblo, cuentan (la verdad en su lugar) que aún hoy suelen los de conil poner de noche luces en su peligrosa costa para engañar y atraer a los navegantes, apoderándose luego a viva fuerza del cargamento de los buques, que fijamente zozobran en aquellos sitios. Y añaden que juzgan el botín tan de su propiedad, que a grandes voces imploran el favor del Cielo para que las naves se estrellen, poniendo por mediadora de la súplica a la santísima virgen, a la cual se dirigen diciendo: Madre mía, ¡que dé en la laja! ¡Que dé en la laja, Madre Mía! (<Primera Ración de Artículos>, <Ichthyología>, pág. 377). Sin duda, tomarían parte los pícaros advenedizos en estos ardides no menos curiosos y fructíferos que los empleados en sus almadrabas.
Notas del transcriptor:
[1] Bartolomé Bustamante Herrera (Alcalá de Henares, Madrid, 23 agosto 1.501 – Trigueros, Huelva, 21 junio 1.570). Arquitecto y Jesuita (SI). Biografía AQUÍ. Fuente Real Academia de la Historia.
[2] Esta misma leyenda, con una ligera variante, nos la cuenta en 1983, en su libro <Conil de la Frontera. Boceto para una historia>, Juan José Poblador: “Cuando llegué a Conil por el año 1964, oí hablar del <barco del arroz> y del <barco de las tablas>. Alguien me contó, medio en broma, medio en serio, la vieja costumbre de pasear por la playa, de noche, un gran farol sobre un burro cojo que simulaba el movimiento de un barco en la mar, de tal forma que los que navegaban por el estrecho se acercaban a la costa y encallaban en las rocas, en la laja o en los bancos de arena, para después apoderarse o comprar a la rebaja el cargamento …”
Fuente: “Los pícaros de Conil y Zahara: estudio histórico sobre los jesuitas y las almadrabas del duque de Medina Sidonia en la segunda mitad del siglo XVI”, Pablo Antón Solé; edición original en Cádiz, 1965; reedición Ayuntamiento Conil, 2009.
[CONTINUARÁ el 07 junio 2024]
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