[VIENE del 01 de septiembre]
Nota: Todo el texto escrito en letra cursiva, itálica o bastardilla, se corresponde a la transcripción original del artículo. Las imágenes han sido seleccionadas por el transcriptor, con indicación de la fuente y autoría siempre que ésta haya sido posible identificar.
[Ambientación] Restos de los naufragios del temporal del 31 enero 1911 en la playa Casa Antúnez, de L´Hospitalet de Llobregat. Fuente: “lhospitaletdellobregat.wordpress punto com”, febrero 2011.
« Piñeiro se encargó de organizar un somero campamento para refugio de los supervivientes, abrigo de los que habían acudido en su auxilio y almacén de los restos que iban llegando a la playa. Pidió inmediatamente que de Chiclana se trajesen velas de navío para “las barracas” y cuatro carpinteros para que las construyeran con restos de maderas del “SOBERBIO”. Se hicieron dos cabañas donde se refugiaron del temporal, pero conforme pasaban los días se vio que era necesario construir un verdadero CAMPAMENTO O “REAL”, puesto que allí tendrían que quedarse, no se sabía cuánto tiempo, todos aquellos que participasen en el rescate. Por entonces ni imaginaban que este trabajo duraría MÁS DE TRES AÑOS.
[Ambientación] Naufragio de un navío. Tesis Doctoral: “Guillermo Terry, armador de Cádiz y su navío <SOBERBIO>: guerra y comercio en la primera mitad del siglo XVIII”, p. 694, Genoveva Enríquez Macías; Universidad de Sevilla, 30 junio 2023.
El campamento no se situó en la misma playa, sino en un lugar más en alto, pues se dice que “los trabajadores hicieron con azadas un camino para subir a las barracas desde la playa” (22). Se ubicó a la altura de la torre de la BERMEJA, frente al lugar donde quedaron los restos del navío, y también se plantó otra barraca en la del PUERCO, de manera que así quedaba cerrada y controlada la playa en sus dos extremos.
[Ambientación] Chozas de pescadores en la playa. Giovanni Costa. Fuente: “es.artsdot punto com”.
Construyeron DIEZ BARRACAS en total, para alojar al personal (delegados de Contratación y Consulado, soldados, buzos, trabajadores de la Aduana, y para el cura que los atendía a todos espiritualmente), para los caballos, para despachar las providencias necesarias a lo largo del rescate y para almacenar lo que se iba sacando del mar. Algunas de ellas tenían una doble función, sirviendo como oficinas de registro y despacho durante el día, y como dormitorio por la noche.
[Ambientación] Torre Bermeja, playa de La Barrosa, Chiclana de la Frontera. Fuente: Wikipedia, la enciclopedia libre.
Las condiciones de vida no eran en absoluto las correspondientes a la categoría de muchas de las personas que allí concurrían. Los representantes de la Casa de Contratación y del Consulado eran caballeros principales, algunos pertenecientes a la orden de Santiago, y ni siquiera pudieron desnudarse en los primeros cuatro días que asistieron en la playa, ateridos y empapados por el frío y la lluvia propias de este mes de febrero y debido al recio temporal que provocó el naufragio. Habían llegado a La Barrosa con lo puesto, y de mala manera se calentaron con las fogatas, aunque después aliviaron un tanto estas incomodidades pues contaron con sus propios criados.
[Ambientación] Los asentamientos de pescadores pobres en la costa oriental de Omán. Fuente: “alamy punto es”.
El control de las labores de rescate correspondió a estas dos instituciones. La primera velaba por la recuperación de la carga perteneciente a la Corona y asimismo registraba todo lo que se sacaba de particulares, que debían pagar después los correspondientes derechos a la Real Hacienda. El presidente Varas y Valdés comisionó a don Carlos Valenciano, juez de la Casa, para que se instalase en el Real, colaborase en el rescate y controlase que no hubiese fraude, ayudado de escribanos que tomaban nota de todo lo que iba aconteciendo y certificaban con detalle todas las partidas que aparecían en la playa o eran sacadas del casco por los buzos. ESTOS INFORMES SE REMITÍAN DIARIAMENTE A CÁDIZ, para pasar a manos del presidente. Lo mismo hacían por su parte los comisionados por el Consulado de Mercaderes, que enviaron al Real al prior don Andrés Francisco de Argomedo y Velasco y al oficial mayor de la Contaduría don Juan Martín de Vergara, auxiliados por tres ayudantes escribanos. Éstos se responsabilizaron de los intereses de los cargadores particulares afectados por el naufragio, la mayoría residentes en Cádiz y alrededores, e igualmente enviaban informes detallados a sus oficinas.
[Ambientación] Escena de naufragio, pintura de Joseph Vernet (1714-1789), Montpellier, Museo Fabre. Fuente: “meisterdrucke punto es”.
Es curioso y destacable que las relaciones entre los representantes de ambas instituciones fueron impecables, por no decir cordiales. Algo inusual, puesto que tradicionalmente la Monarquía y los comerciantes vivían en una permanente tensión provocada por las exigencias que el rey planteaba en todo lo relacionado con el comercio. Posiblemente el compartir aquella experiencia les despertó puntualmente un espíritu de solidaridad y compañerismo. »
Nota de las autoras:
(22) Diario de operaciones 2 febrero-2 marzo 1752. AGI, Consulados, 864.
Fuente: “El SOBERBIO. Naufragio y rescate de un navío en el siglo XVIII”, por Genoveva Enríquez Macías (Universidad de Sevilla) y Victoria Stapells Johnson (Universidad de Ottawa, Canadá). Revista de Historia Naval; Instituto de Historia y Cultura Naval Armada Española; N.º 93, Año XXIV, 2006, pp. 33-56. // Tesis doctoral: “Guillermo Terry, armador en Cádiz y su navío SOBERBIO. Guerra y comercio en la primera mitad del siglo XVIII”. Autora, Genoveva Enríquez Macías, Director-Tutor, Pablo Emilio Pérez-Mallaína Bueno. Universidad de Sevilla, febrero 2023.
[CONTINUARÁ el próximo 16 de septiembre]
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