RAZONES PARA LA CONSERVACIÓN DE “EL PRADO”, 3 de 5 (2005).
VALORES PAISAJÍSTICOS
Para todos aquellos que no son capaces de ver o apreciar los valores ambientales y ecológicos de la zona y consideran que, en el caso de haberlos, pueden ser compatibles con el uso urbano-turístico dentro de un desarrollo sostenible, hagámosles observar el sitio como de un ALTO VALOR PAISAJÍSTICO.
Vista de Conil desde El Prado.
Durante siglos, desde Conil, se ha divisado su espectacular paisaje, que constituye todavía hoy una de las pocas PLAYAS VÍRGENES que quedan en el litoral andaluz. Desde la misma playa de CASTILNOVO podemos ver aún, en días claros, la costa africana al Sur o las sierras del Aljibe y Grazalema al Noreste, las poblaciones de Vejer y Medina Sidonia, y siempre los altos de Patría y la Muela o el escalón de la Breña, sin olvidar las propias vista del pueblo de Conil. El sitio es de tal belleza que es utilizado como reclamo turístico por el sector hotelero (“Conil, el último paraíso”).
[Imagen ajena y complementaria al artículo] Torre Castilnovo, inicio zona “urbanizada” de El Palmar”, con torre Nueva, y al fondo, la silueta de las costas africanas de Marruecos. Autor: Antonio Leal, 29 abril 2020.
Un lugar que se vende a los ojos de los visitantes y del que disfrutamos los lugareños cada vez más. Un lujo para todos aquellos habitantes de núcleos urbanos que cada fin de semana se lanzan a la carretera y hacen muchos kilómetros para buscar el sosiego que transmite la simple visualización de un paraje natural, y del que aquí disfrutamos con tan solo cruzar un puente. Vasta extensión de terreno del que presumir. Pocos lugares pueden “enseñar” el curso serpenteante de un río en sus últimas brazas hacia el mar, desde las altas lomas que circundan el paisaje, como un dibujo perfecto, aunque con algún que otro borrón. Conil debe apostar por vender esto. El futuro es naturaleza. Quien mejor la sepa conservar, tendrá más asegurado su porvenir.
[Imagen ajena y complementaria al artículo] “Serpenteante” tramo final del río Salado, hasta la desembocadura. Autor: Antonio Leal, 1 noviembre 2020.
El ritmo de vida actual nos lanza a la búsqueda de espacios naturales, de paraísos cada vez mas escasos. Lugares donde reponer energías para poder seguir soportando el estrés diario que cada vez más, nos aborda. Hartos de ciudades, ansiosos por cargar “las pilas”, nos lanzamos a la búsqueda de lugares como Castilnovo, donde la playa, el prado y la campiña mantienen todavía esa unidad y esa continuidad de las zonas no tocadas por el AFÁN URBANIZADOR, insaciable y destructor del paisaje.
[Imagen ajena y complementaria al artículo] Vacas nodrizas de raza retinta, en plena rumia y acompañadas de su terneros. Autor: Antonio Leal, 2020.
CASTILNOVO NO SE PUEDE EDIFICAR. De hacerlo nos convertiremos en otra Costa del Sol o en otra vulgar Chiclana. Aunque el modelo de desarrollo sea distinto: horizontalidad frente a la verticalidad, en el fondo supone la urbanización del suelo, una saturación cada vez mayor y la desaparición de los pocos espacios naturales de costa que nos van quedando. Necesitamos conservar estos espacios libres, para garantizar unos mínimos de permeabilidad litoral y evitar la conurbación, es decir, el continuo de edificaciones que acaba fundiendo unos núcleos con otros, en este caso CONIL y EL PALMAR. Esto ya ha sucedido en numerosas localidades del castigado litoral español, y también está ocurriendo en nuestra costa gaditana, por ejemplo la Ballena, entre los municipios de Chipiona y Rota.
Foto 6: El Prado visto desde Conil.
La expansión de Chiclana hacia Conil, con la intolerable saturación de la Loma del Puerco, podría ser otro ejemplo si no fuera porque el actual equipo de gobierno protege el espacio entre La Loma y la urbanización de Roche. Esto debe quedar bien atado, evitando que el tramo agrícola-forestal entre la costa y el pinar, ambos protegidos, se urbanice. Lo mismo pedimos para la zona de Castilnovo, al objeto de evitar que El Palmar de Vejer, con sus megaproyectos turísticos, quede en un futuro unido a la ciudad de Conil. Dejemos libre de toda construcción estos lugares entre municipios. Que no tengamos que coger un coche un domingo para buscar naturaleza. Que las futuras generaciones sigan cruzando un puente y puedan oxigenar no solo los pulmones, sino también el cerebro. VENDAMOS NATURALEZA.
Fuente: “Razones para la conservación de <El Prado>, La Laja. Boletín n.º 5, marzo (?) 2005.
[CONTINUARÁ el 3 de febrero de 2024]
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