Como
suele suceder en algunos casos, muy pocos, los delincuentes en
connivencia con los servidores públicos, encargados de evitar el
delito, se confabulan ante la tentación de pingües beneficios.
Auténtica odisea la sufrida por el oficial de carabineros en
cumplimiento de su deber. Seguro que sería recompensado por sus
superiores y mencionado como ejemplo para sus compañeros y
subordinados.
Y sucedió en CONIL.
Fuente:
“El Español: diario de las doctrinas y de los intereses sociales”,
núm. 405, del martes, 14 de octubre de 1845.
ALIJO.-CONNIVENCIA
DE LOS CARABINEROS.-
Leemos
en el Comercio de Cádiz:
En
uno de los últimos dias del mes anterior se intentó hacer un alijo
para la playa de Conil, pero el oficial de carabineros D. Manuel de
Arcos que manda en aquel punto, pudo evitarlo á pesar de la
connivencia en que al parecer estaban algunos de sus subordinados con
los contrabandistas. Siendo dadas las diez de la noche, el oficial,
en medio de la oscuridad, descubrió un buque cerca de la costa:
acercóse al primer puesto de los carabineros y estos les dijeron que
era un barco de rentas; pero como el oficial viese bultos en la playa
volvió á interrogar á aquellos y le contestaron que eran los dos
carabineros del segundo puesto. Encaminóse pues al sitio y los
encontró en efecto, pero reunidos con tres paisanos, uno de los
cuales trató de hacer uso de la escopeta que llevaba. Solo y
desamparado el oficial, tuvo valor bastante para dar una cuchillada
al de la escopeta, que cayó en tierra, apoderándose á la vez de
los otros dos paisanos que puso bajo la custodia de los carabineros
mientras él reconocia el terreno. Los paisanos, menos el de la
escopeta, se escaparon, si bien uno de ellos pareció después. El
alijo, como llevamos dicho, no llegó á verificarse, gracias á la
energía y resolución de dicho oficial: se está formando causa á
los carabineros.
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