VIENE DE “UNA CASILLA DE PEONES CAMINEROS”, 13 noviembre 2025.
RECLUTA EXCEPCIONAL.
Pasada la emoción intensa de la despedida, provocadora de la viva revolución interior que tanto conmovió el ánimo de nuestro conocido recluta, éste se recogió en el banco del vagón ferroviario que lo conducía, junto a la parte giratoria de la puerta que al mismo daba acceso, procurando abstraerse a la fingida alegría exteriorizada por los que, en su concepto, aparentaban no penetrar en los acontecimientos, aunque estos tuvieran la importancia que para nuestro mozo tenía el de que se trata.
No bebía, como tantos de los que le acompañaban, buscando posiblemente en el mareo el ahogo de sus emociones, ni cantaba, ni zapateaba, ni jaleaba con ninguna excitación a los que lo hacían. Al contrario. Le chocaba aquella simulación de regocijo que, pensando como él pensaba, estaba tan lejos del gusto, de las inclinaciones o de las llamadas del interior. De ahí el que hasta cerrara los ojos, reclinando la cabeza en el rincón que formaba el vagón junto a su asiento, procurando poner su pensamiento exclusivamente en los de su familia, en los parajes del valle y de la sierra montañosa cerca de los que había vivido, en las preocupaciones de las tareas, para él tan desconocidas, que le aguardaban, o en las de la conducta a seguir en la nueva vida a que se le llevaba.
[De ambientación] Reclutas recién llegados al cuartel. Fuente: “todocoleccion.net”.
Así continuó todo el tiempo que duró el trayecto recorrido en ferrocarril, sin darse cuenta de cuanto tardó.
Rendido al fin el viaje, formó pelotón con otros muchos que aguardaban en la estación de destino, marchando todos al cuartel donde habían de alojarse.
Ansaldo, ni reparó siquiera en las características más generales de la población a que había arribado; ni aun en la clase de compañeros con quienes había de compartir su nuevo vivir. Encerrado herméticamente en su interior, no sabía apartarse fácilmente del mundo de sus preocupaciones.
¡Cuánto añoraba, en sus soledades espirituales, la apacibilidad de aquella vida r´sutica, campera, si se quiere pero para él tan alegre y sencilla, de su mocedad! … ¡Con cuánta amargura recordaba los mimos, halagos y las ternuras de los suyos, a que estaba tan acostumbrado! …
¡Qué enojoso y qué ridículo encontraba, por otra parte, y cómo le acharaba, avergozándole, la necesidad de tener que confiar sus cuitas, no siempre recibidas con la serenidad del sentimiento con que las exteriorizaba, al extraño amanuense de quien tenía que valerse para comunicarlas, refiriéndoselas, a su familia …
Cuanto más contrariado se encontraba, por las circunstancias y accidentes que se oponían a sus gustos, anhelos o deseos, más se encerraba en sí mismo, haciéndose sin darse cuenta más impenetrable.
Ya en el cuartel, por lo menos entre sus compañeros más cercanos, fueron notadas, como no podía por menos de suceder, sus abstracciones, y no faltó chusco que le dijera:
-¡Oye, tu, miaja e quinto, apéate ya del burro, nene! ¿No vez, toavía, que si continúas en la higuera no te van a licenciá en toa la vía? … ¡Espabílate, criatura, antes de que el cinturón del sargento te sacúa las moscas!
Pero nada. Esas ni otras directas por el estilo, no producían en el mutismo y ensimismamiento de nuestro recluta excepcional, por lo que se apartaba de lo común y ordinario, otros efectos que el de aumentar, si era posible, su abstracción, para darse por completo a las consideraciones que reinaban en su pensamiento, al reavivar la pesadumbre de verse ausente de los suyos y del medio ambiente en que había vivido.
Su cara, abatida, lo mismo que su cuerpo, y sin expresión, era el espejo de su alma.
En realidad, si se hubiera estudiado el estado de su ánimo, hubiera movido seguramente a conmiseración, a lástima, a piedad.
Incorporado desde muy de mañana a las faenas y actividades del cuartel, realizaba la mayor parte de sus actos mecánica, inconscientemente, sin darse cuenta exacta de sus acciones.
[De ambientación] La Legión en el Campamento de Facinas. Fuente: “campamentomilitardefacinas.blogspot.som”, noviembre 2011.
Todo esto fue causa de que desde los comienzos del período de aprendizaje de la instrucción militar, a que estaba sometido, lo destinaran al pelotón de los torpes. Y torpe, y bien torpe se conducía, sin tener de ello tanto, ni mucho menos.
Así lo comprendió, sin duda alguna, el señor capitán instructor, en visita de inspección girada al campamento donde se enseñaba a los recién incorporados.
Por eso dispuso, luego de haber presenciado algunos de los movimientos y evoluciones de la futura tropa militar: -A ver … Que se acerque aquel recluta alicaído, del pelotón rezagado.
-A la orden de usté, mi capitán- obedeció, un tanto animado, el aludido, que no era otro que nuestro campesino.
-¿Cómo te llamas?
-Ansaldo de la Cuesta y Pina, servidor.
-De la Cuesta y Pina; muy bien. ¿De dónde eres?
-Yo no soy de ningún pueblo, mi capitán. Nací en el campo, me crié en el campo y del campo he venío; es decí, me han traío. Yo no sé vení desde allá.
-Y, ¿dónde está ese campo … ¿Qué nombre tiene?
-Ese campo está a unas cuatro leguas de … Se llama el Puerto de El Enciná. Casilla de Peones Camineros, número 23.
-Bien te expresas. Señal de que no eres tan torpe como pareces. ¿Qué has hecho antes de venir a la milicia? ¿Cuál es tu oficio?
-¿Hacer? … Cuando chico y de chavá, ná. Ya de mayó, aprendé a trabajá al lao de mi tío y de mi padre. Sobre tó al de mi padre, porque el pobre de mi tío …
-Y … ¿tienes madre?
-Si señó, mi capitán- casi interrumpió, vehemente y coloreándosele el rostro, de emoción, al evocar, reviviéndolos, tales recuerdos.
-Bien, hombre, pues ya te conozco. Nada; puedes retirarte.
Nuestro recluta, confundido y afectado profundamente por el interrogatorio de que había sido objeto, regresó al pelotón del que formaba parte, poco menos que tambaleándose. Tales fueron ya su agitación interior y su aturullamiento.
El señor capitán, incontinenti, mandó dar fin, hasta otro día, a los ejercicios de instrucción, ordenando al sargento que la mandaba:
-Sargento … : a formar y al cuartel, hasta mañana. Inmediatamente que llegue, mándeme a casa a ese recluta con quien he conversado. Para allá voy yo. Adiós.
Todo el relatado, fue el servicio militar que, por esa combinación de circunstancias que nadie prevé ni se puede imaginar, que llamamos casualidad, prestó a la Patria nuestro recluta excepcional.
CONTINUARÁ CON “UN SEÑOR CAPITÁN DEL EJÉRCITO ESPAÑOL”, EL 11 diciembre 2025.
*** Fuente: “LA FUERZA DE UN PRIMER AMOR: novela de notorio matiz ingenuo, de escasa traba episódica y de carácter sentimental”, por Luis Briceño Ramírez, p.p. 23-27. Diario Jaén, Talleres Gráficos, s/f.


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