CHIGUÉ.
La caída fue aparatosa, sensacional. El porrazo, mayúsculo, morrocotudo …
El pobre caído no tuvo tiempo nada más que para dar aquel grito agudo, estridente, desgarrado, casi salvaje, que oyó todo el vecindario de aquella parte del poblado.
Al principio, nadie se atrevió a acercarse al infeliz accidentado. Después de los primeros momentos, acudieron, primero, algunos de sus compañeros; luego, cuando se notó que se movía y que se quejaba, aunque con débil aliento, con apagados ayes, fueron acercándose las demás personas: hasta llegar a seguirle a la casa del médico una verdadera muchedumbre.
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La primera cura fue sólo pasajera, provisional: una somera exploración, un vendaje previsor y unas cucharadas sedantes.
Como el poblado era relativamente pequeño, no había medios: se carecía de elementos para investigar y operar, si era necesario. Por ello era indispensable el traslado inmediato, con las debidas precauciones, del enfermo, a un Sanatorio Clínico o a un Centro Benéfico de curación.
Expuesta la idea, se cumplió el requisito, con la ayuda de todos, tal como el médico de su asistencia lo prescribió.
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[Al solo efecto de ambientación] Albañiles en una obra. Fuente: “diarioelzondasj.com.ar”, 22 septiembre 2023.
¿Quién era el pobre accidentado? … ¿Qué fue lo que le ocurrió? …
Estas interrogaciones fueron las que corrieron de boca en boca, en todo el poblado, durante varias horas, sin que nadie obtuviera veraz contestación.
Por fin, fue aclarado el suceso y conocido todo lo ocurrido.
El caído y tan gravemente lesionado era … CHIGUÉ.
¿Quién no conocía a CHIGUÉ (corrupción de Miguel), el hermano del maestro de obras que se necesitó para la dirección y edificación de las de la fábrica de Don Ramón? …
¿Quién no había simpatizado con aquel ingenuo y bondadoso jovenzuelo, tan formalito y tan trabajador, cuya pronunciación, a causa de su semi sordomudez, era tan original, como graciosa y pintoresca? …
Sí, hombre, sí, a CHIGUÉ, todo el mundo le conocía.
¿Y qué le ocurrió?
Pues … una desgracia, una mala fortuna como otra cualquiera: trabajaba, como albañil, en el cierre, difícil y delicado, de un arco de compromiso[1], y, para asegurar la solidez y eficacia del trabajo, al echar el nudo de aquél, se empinó demasiado, resbaló y cayó desde una gran altura.
Fue un accidente del trabajo profesional, de poca fortuna.
Pobrecillo. Todos se compadecían de él, lamentando lo ocurrido. Todos se interesaban sinceramente por su salud, ofreciendo su óbolo y sus servicios, si fueran necesarios.
La casa-habitación del hermano, donde se hospedaba, se vio concurridísima. Era un continuo ir y venir de amistades y conocimientos. Y cuando, en un vehículo adecuado, se lo llevaron a la capital de la provincia, al mejor hospital existente en la misma, el camino, hasta bien rebasadas las afueras locales, parecía enteramente una procesión religiosa o una manifestación social.
¡Qué de gente! … ¡Qué solemnidad! … ¡Qué silencio! …
-¡Que vayáis despacito! … ¡Que lo conduzcáis con tiento! … ¡Que todos los vuestros sean cuidados y esmeros! … ¡Que mandéis buenas razones! … ¡Que no os vengáis hasta no estar asegurada la cura! …
Todas esas y otras muchas más eran las recomendaciones que se escuchaban en la despedida, repetidas y sinceramente expresadas.
Un acontecimiento de esa índole, en un pequeño poblado, produce en términos generales, general consternación.
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[Al solo efecto de ambientación] Elementos del arco. Fuente: “reader.digitalbooks.pro”.
El padre de CHIGUÉ, albañil como él y otros de sus hermanos, tenía numerosa prole, entre ella, dos sordo-mudos de nacimiento. Debido a ello, nuestro protagonista, que casi también lo era, por la torpeza innata de su oído y por la crianza y convivencia con sus hermanos carentes de producción, trabucaba de tal manera la sintaxis y construcción de sus conversaciones, que si no se estaba acostumbrado a su dicción y no se ayudaba con la mímica era difícil entenderse con él.
En vía de ejemplo de su pintoresca y extraña manera de expresarse, consignamos cómo explicaba un viaje que tuvo que hacer a la capital de la provincia, para la comprobación de su inutilidad para el servicio del Ejército, en la que le facilitaron para descansar una cama con zalea de carnero[2].
Decía así:
-Mi llevan lejo, muy lejo. Muchas cosas bonitas. Bebe, come, pasea. Mérico dice cosa. Yo callao. Habla. Dice vaya. ¡Ja, ja! Noche duerme paja oveja. Más bueno. Mejó, Mañana viene ...- y ampliaba los conceptos con la mímica correspondiente, a la que agregaba guiños picarescos, a guisa de subrayado, reticencia e intención.
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[Al solo efecto de ambientación] Mozos pendientes del tallaje y reconocimiento médico para declararlos útil, o no, para servicio militar obligatorio. Fuente: “alcozar.net”.
Hecho ya un buen albañil -lo que le faltaba de dicción le sobraba de abstracción y cuidado en el aprendizaje- comenzaron a escasear los trabajos de la profesión en el pueblo donde nació y residía, hasta el punto de tenerlo el padre que enviar al cercano, donde residía el segundo de sus hijos, llamado y contratado en el mismo, como maestro de obras, para encargarse, como estaba encargado, de las de cierta edificación de las de gran importancia.
Y allá fue nuestro CHIGUÉ, como él mismo pronunciaba su nombre de pila, a desempeñar su oficio profesional, bajo la dirección del hermano, maestro, ayudando así al vivir de sus familiares.
El hermano, cargado, también, de familia, y dado no poco al vino y otros entretenimientos gravosos, aunque fuera de las horas libres de sus ocupaciones profesionales, obligaba a su mujer a hacer economías en los gastos de su manejo, especialmente en los culinarios, y esta no cuidaba ni alimentaba, como debiera, a nuestro protagonista, que jamás estuvo tan mal atendido.
Los menús cotidianos rara vez se apartaban del pescado (abundante y barato en la localidad), condimentado en una o en otra forma, y del arroz con patatas o patatas sin arroz.
Tan ligera, poco nutritiva y, sobre todo, monótona alimentación, traía fuera de quicio al pobre CHIGUÉ, que en su lenguaje peculiar no sabía ya cómo elogiar la sabrosidad de otros condimentos, para ver de lograrlos alguna vez, especialmente los integrados con embutidos y chacinas, que con los huevos y la leche tanto le gustaban.
Esta contrariedad, que le llegaba a lo más profundo de su ser, le hacía sostener una lucha intensa y afanosa consigo mismo, provocada entre los impulsos de acatar o rebelarse contra aquel plan de cuido y alimentación que tanto le atormentaba, minorando su jovialidad y buen humor, y hasta la propia salud.
Pero esos arrechuchos sentimentales no solían exteriorizarse, apenas: sucumbían, generalmente, en su interior, ante el frente de las circunstancias y, sobre todo, ante el recuerdo impresionante del cuadro de escasez de la casa paterna, cuyas privaciones pesaban tanto en su ánimo apocado y reducido.
Por eso, ciertas veces, en los últimos tiempos, se le creía erróneamente transformado en su carácter, cuando en realidad no sufría otra alteración en su idiosincrasia, que la débil exteriorización de los efectos de una de las crisis últimas pasajeras, provocadas por aquella honda preocupación, que tanto le atormentaba.
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[Al solo efecto de ambientación] L´autèntic embotit artesà de Confrides. Fuente: facebook, 15 septiembre 2024.
Tras no muy largo periodo y breve estancia, subsiguiente, de convalecencia, con sus progenitores, regresó CHIGUÉ, al fin, bueno y sano, al poblado donde últimamente había residido, y del que había salido tan mal librado.
El recibimiento fue cordial y entusiástico; como el que se tributa, a veces, a los grandes personajes.
El alma del pueblo es generalmente tan sencilla como grande, tan ingenua como tendente al bien.
Saludos sinceros, felicitaciones cordiales, enhorabuenas entusiastas: exteriorización espontánea de afecto y amistad sinceros, originarios de agradecimiento que jamás se borrarían de aquel corazón sano y sencillo, grande y extremoso.
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Pasadas las primeras horas de su regreso, terminado el jubileo expresivo de la amistad, y ya en la intimidad familiar, le preguntó al hermano con quien de nuevo vivía, ansioso de conocer el alcance de su restablecimiento:
-Bueno, CHIGUÉ, y tú, vamos a ver, ¿cómo te encuentras, para el trabajo? … ¿Qué te han dicho los médicos? …
Interrogaciones a las que contestó nuestro insigne protagonista, aprovechando el imperio de sus interioridades:
-Mérico dice que si come papas, arroz, mucho pescao, más malo: no trabajar; muere. Come huevos, chacina, leche, pone fuerte: trabaja mucho: más bueno.
NOTAS DEL TRANSCRIPTOR: [1] En construcción, un arco de compromiso (también conocido como arco apuntado u ojiva) es un elemento estructural con forma curva que sirve para cubrir una abertura y soportar cargas, transmitiéndolas a los pilares o apoyos mediante un empuje. Fuente: Texto creado por IA Google. // [2] Zalea de cordero.- Cuero de oveja o carnero, curtido de modo que conserve la lana, empleado para preservar de la humedad y del frío. Fuente: Diccionario RAE.
Fuente: “FLORECILLAS DE ESCALIO”, por Luis Briceño Ramírez, p.p. 143-149. Primera edición, Jaén, febrero 1.936.
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