lunes, 5 de junio de 2023

“DEFENSAS DE CONIL: LAS TORRES VIGÍA DE LA COSTA”. 3 de 5.

ANTONIO SANTOS GARCÍA, Licenciado en Historia Universidad de Sevilla. 

Boletín “LA LAJA” (Amigos del Patrimonio Natural y Cultural de Conil), núm. 4, pp. 24-30, agosto 2004.

«”LA TORRE DE ROCHE está situada en el extremo de la plataforma pliocénica de Cabo Roche, al borde del acantilado, a espaldas de una masa de pinos de repoblación y flanqueando al oeste el muelle pesquero, Su privilegiada posición domina desde Sancti Petri hasta Trafalgar, y su correspondencia de señales era con la Torre del Puerco y con la Torre Blanca (desaparecida). Tiene unos 10 ms de altura, dista 20 del mar y la altura del terrado sobre el nivel de las aguas es de 36 ms.

Según Bravo de Laguna ·es muy buena torre, grande y fuerte … y está en medio de dos calas, y hanse de poner en ella dos piezas de artillería con que guardará las dichas calas, que no entre navío ninguno en ellas, ni hagan aguada en un arroyo de agua dulce quie entra en una dellas (el río Roche). Esta habrá un año que la hizo hacer el Duque de Medina Sidonia, viendo la necesidad que había della, y por no estar acabada del todo no se ha puesto la artillería. Es gran seguridad del daño que podrían hacer a Conil, en el término del cual está, y a Chiclana …”. Fue construida, pues, con posteridad a la de Castilnovo, hacia 1575-76, por lo que no aparece en el grabado de Hoefnagel, aportando el duque 100 ducados y el pueblo de Conil el exceso; su edificación resultó barata, pues fue levantada en suelo firme y con materiales a pie de obra. Sólo esporádicamente se dotó de una pieza de calibre corto, pues dada su ubicación elevada sobre el nivel del mar, sus fuegos serían inútiles una vez que el blanco requiriese tiro deprimido. En 1616 se informa que debía contar sólo con una guarnición de tres guardas y ningún artillero. Tras la Guerra de la Independencia estaba abandonada, y poseía un cuerpo de guardia anejo con capacidad para 16 hombres, que todavía puede contemplarse junto a la torre.

TORRE DE CABO ROCHE. Sección longitudinal al eje de la puerta, tras restauración. Fuente: Boletín La Laja, número 4, agosto 2004.

Se trata de una torre prismática, con alambor e imposta a ⅔ de su altura, desprovista de más vano que la puerta-ventana, en la fachada opuesta al mar, la cual da acceso a la planta alta, constituida por una sola estancia cubierta con bóveda vaída, en cuyo suelo se abre una trampilla que comunica con un piso inferior de bóveda de cañón perpendicular a la fachada principal. La subida al terrado se practicaba mediante escala retráctil que desemboca en una garita sobre el eje de la puerta. La merlatura se soluciona con dos troneras artilleras por fachada. La fábrica predominante es de mampostería horadada por mechinales de obra, sillares judaicos esquineros, y plementería latericia de bóvedas. El cuerpo de guardia anejo, todavía en pie, consiste en una casa de planta cuadrada, construida con ladrillo y mampuesto, con mortero de cal, y está cubierta a cuatro aguas con teja.

La torre fue restaurada en 1886 por el MOPU. El estado de conservación previo a su restauración era aceptable op bueno, y no presentaba problemas de estabilidad. Al ubicarse alejada del núcleo urbano, se vio afectada por arrimos, adosándose cobertizos y cochineras en la cara norte (hoy en el cuerpo de guardia), rompiendo el muro a nivel del suelo para acceder a la estancia inferior de la torre, que tabicaron interiormente. Estaba ya perdida la carpintería, forjados intermedios, y parcialmente los revocos interiores y exteriores.

Torre de Roche, faro, antenas y pintadas. Fuente: Boletín La Laja, número 4, agosto 2004.

Las actuaciones de restauración y reutilización no han sido afortunadas. La razón es que ni en el proyecto ni durante la ejecución de las obras se contó con el concurso de un arqueólogo, pese a que estaba prevista la supervisión de personal especializado. Dicha ausencia, alentada por la escasa protección legal de las torres vigía, pone de manifiesto un hecho: de nada sirven las leyes de protección

del patrimonio si no se emplean los medios y personas adecuadas, control que, por otra parte, permitiría en ocasiones refrenar el narcisismo efectista de algunos arquitectos. Esto ha llevado a dislates tales como creer que la torre era de origen “cartaginés”, a confundir mechinales de obras con “aspilleras de mosquetería” y, principalmente, a enfoscar de cemento los muros de la torre y pintarlos con un inolvidable tono amarillo, dándole el aspecto de una torre moderna que imita en su forma a otra antigua. Su reutilización como faro es muy discutible, pues ha condicionado la restauración y ha alterado el aspecto de la torre con la adición de la linterna o faro, de cuidado diseño “modernista”, con cúpula de bronce que descansa sobre pilares y rematada por una veleta.

También son impactantes los dos tubos de escape del motor de emergencia de gas-oil que asoman por uno de los mechinales o el cableado en la fachada norte.

En fin, ha habido también, sin duda, aspectos positivos: el restaurador colocó una gran escalera de acceso retráctil, tapiando la puerta que se había horadado a nivel del suelo, con escrupuloso respeto a la función defensiva de la torre. Los materiales usados fueron de primera calidad, reponiendo toda la carpintería en acero inoxidable; y la puerta blindada se forró de tablas de madera.

Decir, para terminar, que en los últimos años, el enfoscado de cemento se ha ido llenando de grafismos: “Joaqui, tus amigos y tu novia no te olvidan. El amor verdadero es para siempre” (renovado periódicamente), y otras pintadas menos explícitas. La instalación de grandes antenas en las proximidades de la torre contribuye a afear este paraje incomparable de nuestra costa.”» 

[CONTINUARÁ].

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