EL GIGANTÓN
Había una mujer que era lavandera y tenía un hijo, y ahora el hijo comía de todo. Y la pobrecita estaba hartita de hacer cosas y no se hartaba nunca el hijo, que era un demonio, de comer. No sabía ni lo que hacer para ella hartar a ese hijo.
Y un día vino un lacayo del rey buscando una persona que se pudiera quedar en un jardín para que le recogiera un anillo que se le había caído a la reina en el pozo. Y ahora le dijeron que a lo mejor ese muchacho pues lo podía coger.
Bueno, pues ahora llegó y le dice:
-Mire usted, majestad. Yo, la verdad, se lo digo a usted y se lo juro a usted que con ese hijo no puedo. Usted me lo emplea en cualquier cosa. Y yo es que no puedo. Mire usted, es que no tengo dinero para darle de comer a ese hombre.
-Bueno, pues mire usted, yo voy a ver lo que le hago.
Total, que al hombre le dio lástima, y dice:
-Pues mira (habló con el muchacho), ¿tú te quieres venir a palacio?
Dice:
-Yo sí.
Bueno, pues ahora se fue a palacio.
-Mira, ¿tú te puedes meter en ese pozo?
Dice:
-Sí, pero habrá que quitarle el agua. ¿No?
Dice:
-Hombre, yo creo que sí. ¿Y eso cómo se le quita?
Dice:
-Pues verá usted.
Se tiró el chiquillo al pozo y dice:
-Amarradme con una soga. Cuando yo les diga “sacarme un poco”, pues ustedes me sacan.
-Muy bien.
Pues se acerca al agua y sorbió el agua del pozo. Y dice:
-Echadme para arriba.
Lo echaron para arriba y roció a toda la gente que estaba allí.
Se metió otra vez y echó otro poco, y a toda la gente la rociaba, hasta que ya dejó el pozo vacío. Y encontró el anillo y se lo dio al rey.
Bueno, pues vio el rey que eso era una cosa no vista. Pero ahora dice:
-Pues este tío hay que matarlo.
Entonces fue el chiquillo y le dice el rey:
-Mira, ¿tú te atreves de ir al monte por tomillo?
Dice:
-Yo sí.
Dice:
-Bueno, ¿pues cuántas carretas te pongo para que tú puedas ir?
Dice:
-¡Cuatro! Cuatro carretas y dos bueyes cada uno.
Dice:
-Bueno, ¿y qué te vas a llevar de comida?
-Hombre, por comida no lo haga usted.
Pues ahora se fue y llegó al monte con sus cuatro carretas y cada una con sus bueyes. Y dice:
-¡Pues yo tengo más hambre que qué!
Cargó una carreta de aquellas.
Pues ahora va y dice:
-Yo me comería un buey.
Tanto así que se lo tragó al buey.
Al rato dice:
-Pues yo me voy a comer otro buey.
Se comió otro buey. Total, que las cuatro fueron sin bueyes.
Y ahora dice:
-¿Qué hago con las carretas? Pues cada una en un bolsillo.
Estando cogiendo los romeros de allí empezaron una cuadrilla de soldados tirándole tiros. Pero él como si nada .
Llega a Palacio y le dice el rey.
-¿Y los bueyes?
-Los bueyes ya me los he comido yo.
Y dice:
Muy bien … ¡Aquí matamos a este tío para quitárnoslo de enmedio, porque esto es una ruina!
-Mire usted, señor rey, que yo he venido también más ligero porque allí había de mosquitos que eso es una barbaridad.
Dice:
-Muy bien, hombre.
Entonces le dijo que lo iba a poner de jardinero y ponen un muñeco de esa goma que se pega. Y ahora llega y dice:
-¿Tú qué haces aquí? ¡Que yo soy el jardinero, ¡eh!.
Y el muñeco no le podía contestar.
Dice:
-Mira, que como no te quites de aquí te voy a dar una guantá que te quitas de en medio, ¡eh!
Pues ahora fue y le pegó la guantá, y se le quedó pegada la mano.
Y le dice:
-¡Suéltame! ¡Suéltame, porque mira que te doy la otra guantá!
Y todos los soldados estaban ya alrededor para pegarle tiros.
Dice:
-¡Mira que te doy la otra!
Y le tira la otra y se queda pegada también.
Dice:
-Mira que tengo los pies y te doy un puntapié. ¡Suéltame las manos!
-No, las manos no te suelto -le decían los soldados.
Y ahora le mete el pie y se queda pegado también.
-Mira que todavía tengo otro, ¡eh!
Y se le quedó pegado también.
Y ahora dice:
-¡Mira que tengo yo mi cuerpo!
Y entonces empezaron las ametralladoras a disparar, y así lo pudieron matar.
Y ya se acabó mi cuento.
Con pan y pimiento.
J. A. del Río
ANTECEDENTES:
* Le grabé este cueto a la jerezana Ana Corrales Pastrana en el Coto de Bornos el 10 de septiembre de 1987.
* En el índice Aarne-Thompson puede encuadrarse en dos tipos:
Del tipo 175 hay en Andalucía una versión literaria de Fermín Caballero; fuera de ella hay pocas versiones, asturianas y algunas de ambas Castillas: Es por tanto un cuento rarísimo. Hay algunas versiones hispanoamericanas, 2 portuguesas, 3 de Cabo Verde, y algunas en catalán.
Del 650-A aún menos conocido, hay 2 versiones catalanas y una en portugués de Cabo Verde.
De ambos tipos hay versiones en otras partes del mundo.
Fuente: Suplemento de Cultura de “DIARIO DE CÁDIZ”, del 27 de octubre de 1991; JUAN ANTONIO DEL RÍO CABRERA, colaboración MELCHOR PÉREZ, dibujos de ZOCAR.
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