Fuente:
Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital.
Bibioteca Digital
Hispánica.
Es
el primer periódico que inicia el periodismo de empresa en España y
como diario vespertino de carácter nacional estrictamente
informativo e independiente de los partidos políticos, alejado, por
tanto, del doctrinarismo, y ser a la vez el primero en también
alcanzar las mayores tiradas nunca conocidas antes en la prensa
española. Es heredera de “Carta autógrafa” que, desde
octubre de 1848, empezó a redactar el sevillano Manuel María de
Santa Ana (1820-1894) en hojas manuscritas y después litografiadas,
como un servicio confidencial de noticias que recababa directamente
en los centros e instituciones oficiales y otras entidades para
distribuirlas fundamentalmente a los propios periódicos y otros
abonados. En 1851 había cambiado su título a “La
correspondencia autógrafa” para ser ya impresa y diaria para,
en octubre de 1859, adoptar su título definitivo, cuando Santa Ana
lo tenía arrendado al futuro propietario de “La época”
(1849-1936), Ignacio José Escobar (1823-1897), quien la había
puesto al servicio de la Unión Liberal del general Leopoldo
O’Donnell (1809-1867), regresando a manos de su fundador en abril
del año siguiente. La colección de la Biblioteca Nacional de España
comienza el dos enero de 1860, con las indicaciones Segunda época,
año XII, número 487, pues continúa la secuencia de La
correspondencia autógrafa.
Aunque
con la implantación del telégrafo y el ferrocarril el primer
periódico informativo e independiente venía siendo “Las
novedades” (1850-1872), el diario de Santa Ana, con un precio
barato y un revolucionario sistema de venta callejera, en poco tiempo
empieza a multiplicar su tirada, alcanzando en sólo un año veinte
mil ejemplares diarios, un éxito fulminante y sin precedentes,
superando en ventas, en 1864, a “Las novedades” y
convirtiéndose en el diario más vendido de España con mucha
diferencia sobre los demás. A ello contribuyó el interés por las
guerras de África, de Italia o Crimea. Junto a los también
madrileños y futuros directos competidores “El imparcial”
(1867-1933) y “El liberal” (1879-1939), “La
correspondencia...” formará el trío de los grandes diarios
informativos e independientes desde la segunda mitad del siglo
diecinueve, desapareciendo en 1925.
Desde
su posición liberal moderada, sólo en otra ocasión tomará
partido, cuando lo hace entre 1869-1870 a favor de la candidatura a
la Corona española del duque de Montpensier, Antonio de Orleans
(1824-1990), por amistad personal de su fundador, periodo en el que
supera los 50.000 ejemplares, aumentando la distancia con sus
competidores. En 1876, “El imparcial” -el diario que
consolidará el periodismo informativo en España y que le superará
en tirada en 1882- le motejará de ser “ministerial de todos los
ministerios”, al que la aludida responderá de ser “amiga de
todos” y de practicar una “bondadosa imparcialidad”, remoquetes
que se repetirán cada vez que la polémica arrecie entre los grandes
diarios de la Restauración. Según Seoane (1983), el prototipo de
periódico informativo y preferido del público será aséptico y si
no, neutral, al menos independiente en política.
Con
el subtítulo “diario universal de noticias”, adopta una
confección original en un formato de cuatro páginas a varias
columnas con noticias en bruto, clasificándolas según su orden de
recepción, donde su primera página corresponderá a la “primera
edición” y así sucesivamente, para más tarde clasificarlas en
ediciones de tarde, de noche y de mañana. Además de su predominio
absoluto de la información (no siempre aséptica), incluye también
comentarios y gacetillas ligeras y breves secciones de culto y
espectáculos, así como los clásicos folletines, que ocuparán los
faldones de sus dos primeras páginas o de las últimas. En la cuarta
plana insertará los anuncios comerciales, que llegarán a invadir
también la tercera, y será también el introductor de las esquelas.
También irá incluyendo textos de modas, ecos de sociedad, noticias
de sucesos, deportes, etc.
Entre
1874-1876 publica también una edición de la mañana bajo la
cabecera “La correspondencia de la mañana”, que
posteriormente se titula “Diario de las familias de avisos y
noticias de Madrid político, mercantil y literario”. En
algunas ocasiones llega a tirar hasta siete ediciones diarias,
incluidas las de provincias, y publica también ediciones especiales,
como la de Filipinas, y números extraordinarios bellamente
ilustrados y con textos de autores consagrados. Incluirá
ocasionalmente en su cuarta plana: “Diario oficial de avisos de
Madrid”, así como “El montepío universal” y “La
crónica de la moda y de la música”. En 1890 aparece incluso
una edición de verano titulada “La correspondencia de San
Sebastián”.
Entre
sus redactores estuvieron, entre otros, Francisco de P. Altolaguirre,
Rafael María Baralt, José Bravo Destuet, José María del Campo,
Joaquín Gálvez, Antonio Trueba, Blas Aguilar Alvarado, Eusebio
Blasco, Felipe Ducazcal, Hilarión de Zuloaga (que aparece también
como editor), Leandro Pérez Cossío, Fernando Cos-Gayón, José
María Llamas de Aguilaniedo o Francisco Barber. Su fundador, que
había recibido el título de marqués de Santa Ana en 1889, dejará
la propiedad a su hijo Luis, que tras morir éste prematuramente en
un accidente en los talleres del periódico, pasará a su hermano
Eduardo. Suceden en su dirección Andrés Mellado Fernández
(1891-1897) y Fernando Soldevilla Ruiz (1897-1903). En julio de este
año el aragonés Leopoldo Romero (que utiliza el seudónimo de Juan
de Aragón) será nombrado redactor-jefe y, en 1906, director,
coincidiendo con el paso de la propiedad al yerno del fundador. Con
este cambio, son incorporados a la redacción jóvenes valores del
periodismo, como Manuel Delgado Bareto (redactor-jefe), Félix
Lorenzo, Enrique Fajardo (Fabián Vidal), Rafael Cansinos-Asséns.
Entre 1905-1909, Ramiro de Maeztu será su corresponsal en Londres.
Cristóbal de Castro, corresponsal en Rusia durante la guerra con
Japón. Ricardo Catarinéu (Caramanchel), crítico teatral, que
además escribe una serie de crónicas viajeras apócrifas. Fernando
Martín Redondo, su editorialista durante más de cuarenta años.
Federico Mínguez (El Tío Capa), revistero taurino durante catorce
años. Gutiérrez Pons, director artístico, y Corpus Barga será
corresponsal en París durante la primera guerra mundial.
“La
corres” –como era voceada por los vendedores callejeros, como
también se la motejó de “gorro de dormir”, pues se entendía
que había que irse a la cama con este periódico ya leído tanto por
liberales como por conservadores desde su inequívoca neutralidad
monárquica- traspasa el nuevo siglo manteniendo la vieja competencia
con “El imparcial” (1867-1933) y “El Liberal”
(1879-1939), a la que se le había unido “El Heraldo de Madrid”
(1890-1939), que integrarán el trust de la Sociedad Editorial
Española, contra la que liderará la competencia, y vérselas
también con la del nuevo diario monárquico conservador “Abc”
(1903-). Aumentará cada número hasta las ocho páginas y sacará
de nuevo ediciones matutinas.
No
será partidaria de la guerra de Marruecos (1909) y cuando estalle la
primera guerra mundial se mostrará aliadófila, siendo
subvencionada por el Ministerio de Asuntos Exteriores francés, a la
vez que su director también cobrará como corresponsal en Madrid del
“Daily Telegraph” la suma de 40.000 pesetas anuales,
cantidad tan desorbitada que equivalía a un 33 por ciento más que
el sueldo de un consejero de la Corona española. Si los datos de
1906 le otorgan 50.000 ejemplares diarios, la estadística de 1913
asciende a 130.000, una tirada “extraordinariamente exagerada”,
tal como señalan Seoane y Sáiz (1996), en una época en la que ya
había entrado en un proceso de decadencia evidente.
A
la dura competencia del “El Heraldo de Madrid” (1890-1939)
se le sumará la del también vespertino madrileño “La voz”
(1920-1939), precipitándola hacia su declive final, que entrará en
barrena cuando, tras fallecer su padre, Florentina Santa Ana, nieta
del fundador, no se avenga a las propuestas de adquisición de la
propiedad por parte del director –Leopoldo Romero-, que en 1917
había obtenido acta como diputado liberal y abandonará el
periódico, junto a sus mejores periodistas y su administrador,
Serafín Adame Martínez, para fundar el nuevo vespertino madrileño
y también básicamente informativo: “Informaciones”, que
aparecerá el 24 de enero de 1922. A partir de aquí se sucederán
sus directores: Graciano Atienza, Víctor de la Serna, José
Betancort Cabrera o Francisco Lucientes, hasta la edición de su
último número, el 27 de junio de 1925, no sin antes haber
modificado su cabecera a “La correspondencia de España y del
extranjero”.
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Incluye
como suplementos “La Correspondencia de la mañana”
(1874-1876) y el “Diario de las familias de avisos y noticias de
Madrid” (1876).
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