[continuación]
Por su interés etnográfico y como testimonio de un tipo de vivienda que nos llegó hasta, prácticamente, finales del siglo pasado, se transcribe este extraordinario artículo de AMÉRICA JIMÉNEZ HERNÁNDEZ. [2ª parte]
«”… Describimos a continuación la construcción del entramado:
1.° Hay que preparar el suelo donde se asentará el chozo. Consiste fundamentalmente en darle cierta firmeza: para ello se ponen sucesivas capas de barro mojado, se echa arena encima y se apisona con un mazo de madera.
2.° Se colocan, hincados en el suelo, alrededor de medio metro, dos palos llamados <peones> (4) (de acebuche, eucalipto o pita). Sólo cuando la estancia es muy grande se necesita un tercero en el centro. En otros ejemplos - realizados hace 30 o 40 años - han desaparecido al ser innecesarios porque <las costillas> y <palo cumbrero> se unen con <puntillas> (clavos). Su longitud depende de la altura que se pretenda que alcance el chozo. Pueden acabar en horquilla o bien se les rebaja el extremo para que formen un escalón.
3.° Se apoya horizontalmente sobre <los peones> otro palo <el cumbrero> (del mismo material que el peón) que se <amarra> o ata a ellos con <tomiza> (cuerda hecha con hojas de palmito liadas entre sí) o más modernamente con <guita> (así llaman a cuerdas de plástico).
4.° Se hincan cada metro o metro y medio, alrededor del perímetro del chozo estacas o palos <las muletas> que deben medir algo menos de la mitad del peón (del mismo material). Sólo algunas pueden acabar en horquilla porque es difícil conseguir que todas presenten estas características. La puerta será simplemente el espacio comprendido entre dos muletas.
Figura 2: Chozo, tipo A (pajar), Los Melonares, Medina Sidonia.
5.° En el extremo superior de las <muletas> se amarran horizontalmente, también con tomiza, estacas formando la <cimbra>.
6.° Se colocan las <las costillas>, aproximadamente del mismo tamaño que <las muletas>, que van desde la <cimbra> al <palo cumbrero> amarrados en uno y otro lado.
7.° Si la choza es de gran anchura se necesita reforzar la estructura con <tirantes o tijeras>, travesaños que van de costilla a costilla.
8.° Se realiza <el encañao> que permite cubrir más tarde con el junco y la paja de castañuela: consiste en amarrar, por el exterior del primer armazón, cañas, de dos en dos, paralelas a la cimbra, <las latas>, y varias paralelas a las muletas y costillas, <el padrón o las maestras>. Latas y Padrón se amarran con <vencejo> (cuerda sencilla hecha por la unión de dos hojas de palma).
9.° Se cubre, desde abajo hacia arriba, con sucesivas capas superpuestas, de <pasto de arroyo>, junco, anea y fundamentalmente paja de castañuela (5). Se dispone un manojo de este material sobre el entramado y se cose al mismo con tomiza pasando la aguja desde fuera hacia dentro y desde dentro hacia afuera, operación que requiere dos personas. Este material vegetal, debe colocarse presentando las puntas hacia arriba y los cortes hacia abajo (tal y como crece) y al contrario en el extremo del chozo, <la cumbrera>, para conseguir que escurra bien el agua.
10. ° Por último se realiza <el mojinete>: se trazan varias cañas, <las latas de la cumbrera>, en la parte superior para <unir bien los pastos>, convirtiéndose también en un recurso estético.
Son los mismos dueños quienes realizan su propio chozo para lo que emplean menos de una semana. No obstante, el material vegetal de la cubierta debe reponerse periódicamente: <echar una camisa> (6). La frecuencia con que esto se haga dependerá de la intensidad de las lluvias.
Figura 3: Chozo, tipo A (gallinero), Paternillas, Vejer de la Frontera.
Tipo B.- Supone este segundo tipo una evolución sobre el primero. Se le denomina <cortijo> y al igual que el A tiene planta rectangular, tejado a dos aguas - en algunas ocasiones cuatro - y tampoco muestra medidas uniformes. El constructor de este chozo normalmente sigue siendo el propio dueño. Presenta como característica fundamental el que sus muros se realizan en mampostería mala (piedra mezclada con barro) posteriormente encalados tanto por dentro como por fuera.
En el techo se reproduce la misma estructura y se emplean los mismos materiales que en el anterior, si bien en este caso, <las costillas>, al no existir <muletas>, descansan embutidas en el extremo del muro y <el palo cumbrero> ya no es sostenido por <los peones> que desaparecen al ser innecesarios dada la mayor estabilidad que ofrecen los muros.
Algunas de las medidas tomadas son: 8 m de largo, 5 m de ancho y 5 m de alto. Con respecto a los huecos, aunque escasos, son más numerosos: una puerta situada en el lado más largo - en muy pocos ejemplos se han encontrado dos - y casi siempre una ventana colocada generalmente en el lado más corto.
[Imagen no contenida en el artículo original, añadida por el transcriptor a efecto de ambientación] Un cortijo, hacia 1970. Colección particular Martín Caro. “Conil en la Memoria”, p. 104, 2004.
Tipo C.- De los tres tipos es el más desarrollado y por tanto también el más moderno, así lo confirmaron los informantes más ancianos que han asegurado que <en tiempo de sus padres existían muy pocos>. Recibe en general el nombre de <cortijo>. En algunas localidades se le conoce como <Cortijo de Mojinete> (Vejer de la Frontera) y en muy pocas se le denomina chozo (Benalup de Sidonia; sic, Benalup Casas Viejas). Mantiene como características la planta rectangular y el tejado a dos aguas, que se estructura y se construye con los mismos materiales que en los otros ejemplos. No obstante la techumbre de este chozo ofrece una diferencia esencial que viene derivada de la forma de concebir sus muros. Estos, como en el tipo B, se realizan en mampostería mala, pero se levantan de manera diferente: mientras en el caso anterior todos acababan a la misma altura, en éste, los correspondientes a los lados más cortos, se prolongan hasta el punto de unión de las dos aguas.
Esta nueva forma implica otra diferente de resolver el problema de sujeción del techo: ahora van embutidas en los muros no sólo <las costillas> sino también <el palo cumbrero>, las primeras en los extremos de los más largos, el segundo en los vértices de los más cortos. Las medidas siguen siendo variadas, algunas de las tomadas a los chozos de tamaño mediano son: 7 m de largo, 5 m de ancho y 5 m de alto. El constructor puede ser el dueño pero a veces requiere una mano especializada . Por último en lo referente al suelo y vanos, conserva las líneas generales de los otros dos tipos (presenta exactamente las mismas características que el B). Hay que subrayar en este sentido, que hasta tal punto esto es así, que en el caso concreto de las ventanas, se siguen realizando en la parte baja de los muros, a pesar de que ahora se podrían abrir en el vértice de los más estrechos.
Figura 4: Construcción de un chozo tipo A; a: peón, b: palo cumbrero, c: muletas, d: cimbra, e: costillas, f: latas, g: maestras.
NOTAS:
(4) Aunque no mucho, la nomenclatura varía en las distintas localidades.
(5) Son plantas lacustres que se recogen en el entoro. Se cortan, con una hoz, en el verano, cuando han alcanzado la altura máxima.
(6) La desecación progresiva de las zonas lacustres del entorno de la Laguna de La Janda, han hecho disminuir notablemente a la castañuela. Esto está provocando no sólo que se tenga que emplear otro material para repararlo sino que supone un gran obstáculo ante la posibilidad de construir uno. “»
[continuará]
Fuente: “Chozos con techumbre de castañuela”. Autor: América Jiménez Hernández. Narria: Estudios de artes y costumbres populares. n.º 69-70, 1995, pp. 14-20.
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