viernes, 28 de enero de 2022

NAUFRAGIOS EN EL LITORAL DE CONIL 4: “HONORINE” (1831).

Un naufragio del siglo XIX, Argentina. Fuente: “news.culturacolectiva punto com”

Nota preliminar.- La transcripción se ha realizado respetando la ortografía original, mediante copia fiel y literal, con los rasgos característicos de la época y deshaciendo las abreviaturas para una mejor comprensión del escrito.

« ”PROTEXTA HECHA POR SANTIAGO LUIS NOEL BONNATTO, CAPITAN DEL BERGANTIN NAUFRAGO FRANCES, NOMBRADO HONORINE.

En la Villa de Conil de la Frontera a PRIMERO DE OCTUBRE DE MIL OCHOCIENTOS TREINTA Y UNO, ante mi el Escribano del Rey Nuestro Señor, Publico, de Marina, y unico en la misma y testigos infrascriptos paresio Santiago Luis Noel Bonnatto natural que expuso ser de la Ciudad de Marsella, Departamento de las Bocas del Rodano en Francia, y Capitan del bergantin naufrago frances nombrado HONORINE, DIXO: que habiendo salido de la ISLA DE SANTO DOMINGO PARA MARSELLA con el cargamento de CAFÉ, PALO CAMPECHE [1] y HASTAS DE BUEY Y ABARRANCADO [2] EL DIA ANTERIOR TREINTA DE SEPTIEMBRE DEL PRESENTE AÑO FRENTE DE ESTA VILLA DE CONIL, según debe constar en el expediente formado al intento en la Ayudantia Militar de Marina de este distrito, y habiendosele preguntado por medio del interprete que está presente Don Francisco Ferreiro medico en esta Villa, ciertas cosas en su declaracion â las cuales tiene respondido con verdad, y no siendo por unas de las principales de si protestaba ô no sobre daños y perjuicios de su perdida, manifiesta dicho capitan que protestaba y protestó en toda forma y como mejor corresponde, según las Leyes que rigen sobre la materia contra todos los perjuicios daños y perdidas que puedan resultar de su naufragio entendiendo guardar todos los derechos de los ausentes pues no ha habido culpa ni de parte del otorgante ni de su tripulacion deseando ponerse â cubierto de qualquiera reclamacion de los propietarios del buque y de la carga. Asimismo declara por las Leyes Maritimas que tiene obligacion de guardar, le es ordenado de atender â toda clase de operaciones que se hiciesen para salvar los restos del naufragio, y que no pudiendo hacerlo POR HABERSE DETERMINADO POR LA AUTORIDAD COMPETENTE EL PONER EN CUARENTENA Â EL OTORGANTE Y TODA SU TRIPULACION, protesta en toda forma y como ya se

Imagen de la primera página de la protesta transcrita, folio “sello 4º, 40 mrs”. Fotografía de Rafael Coca López.

dexa dicho, para que en ningun tiempo no se le haga cargo de qualquiera resultado que pueda tener el salvamento de dichos restos. Y para ello asegurando como aseguraba por veridica la delacion antecedente, cerciorado cierto y capaz de su derecho, y de lo que en este asunto me conviene y puedo efectuar, por el tenor del presente instrumento publico OTORGO: LA MAS BASTANTE PROTESTA CON LAS SOLEMNIDADES CONDICIONES Y REQUISITOS CONSERNIENTES Â ELLA, LA QUAL JURO NO SER DE MALICIA COMO EN TODO TIEMPO SE PODRÁ JUSTIFICÁR, y en el caso de que por algun acontecimiento se me declare injusta ô maliciosa he de ser responsable al todo, ô parte del ya citado cargo, consintiendo ser compelido y apremiado según las leyes de mi nacion, y por las costas que se ocasionaren en virtud de esta escritura ô del juramento y simple declaracion de quien para el percibo sea parte legitima, sin otra prueba de que le relevo renunciando todas las leyes de la citacion. A cuya firmeza y cumplimiento obligo mi persona y bienes presentes y futuros con poderio de Justicia sumision especial â las que corresponda y renunciacion de todos fueros y derechos de mi favor y la general en forma. Asi lo dixo y firmó con el precitado interprete, el Señor Ayudante Militar Substituto de este Distrito â quien ha sido pedido por la parte de este documento, siendo testigos Manuel Abalos, Diego de Alba, y Diego Leal vecinos de esta Villa =

[Aparecen las firmas y rúbricas de:] Antonio Moreno, Santiago Luis Noel Bonnatto y Francisco Ferreyro. Ante mi Juan Bernardo Gavala." >>

Fuente: Archivo Histórico Provincial de Cádiz, Legajo 150 CONIL, de 1830 a 1833, folio 58, 1 octubre 1831; transcripción literal de Rafael Coca López, con la ayuda de los apuntes de Antonio Martínez Cordero, localizados en el Archivo Parroquial de Conil de la Frontera. Agradecimiento: Yelman F. Bustamante Solórzano, párroco de Santa Catalina.

Si los vientos nos son propicios y las corrientes no nos lo impiden, a partir de esta entrada se contará con la inestimable colaboración del Dr. Don José María Salas Sánchez, que gracias a sus conocimientos marinos aclarará y complementará lo que crea conveniente.

[1] El palo de campeche, o palo de tinte, es un árbol de la familia de las leguminosas. Es nativo de Mesoamérica, particularmente de la península de Yucatán y en especial del estado de Campeche en México, de Guatemala y Belice. De él se obtiene el colorante hematoxilina. De ese estado procede la palabra “campechano” (afable, sencillo).

[2] Abarrancado es sinónimo de encallado. Según la RAE, “abarrancar” es la segunda acepción de “encallar” una embarcación.

* * * * *

Curiosamente, “bicheando” por la web, observo que, con todo detalle, se describe el asalto que sufrió este mismo buque, a manos de corsarios [3] colombianos, seis años antes, concretamente el 4 de mayo de 1825 [4], además, muy cerca de aquí, en las proximidades de Cabo Espartel.

[3] Piratería y corso: Pirata era el que robaba por cuenta propia en el mar o en zonas costeras; si lo atrapaban lo colgaban de una verga. El corsario actuaba igual que un pirata, pero tenía un documento llamado Patente Real que le permitía actuar en nombre del rey para atracar, robar y hundir cualquier barco enemigo de su patria.

[4] El “Honorine” era un bergantín en 1831; pero antes, en 1825, era una bombarda. Básicamente es la misma embarcación, con gran capacidad de carga, maniobrabilidad y velocidad, muy adecuada para el comercio entre continentes. Lleva un palo mayor central con velas cuadradas, en cruz y un palo de mesana bastante atrasado con velas de cuchillo. La bombarda tiene la cubierta anterior apuntalada para soportar el retroceso de los morteros que portaban a proa. En el caso del “Honorine”, según la descripción, no llevaba morteros aunque es posible que la cubierta anterior estuviera reforzada, por lo que ambas denominaciones serían correctas.

Para aquellos que lo deseen y estén algo sediento de lectura, les propongo que se sumerjan en lo que a continuación voy a transcribir, extraído de “foro.todoavante punto es”, Leviathan, Capitán de Navío:


« LOS REVESES DE LA HISTORIA: CORSARIOS COLOMBIANOS ASALTAN BUQUES FRANCESES 1824-1827.

Debilitada por las invasiones napoleónicas, España no pudo enfrentar las guerras de independencia de sus colonias americanas, inspiradas en el modelo revolucionario francés. Unos jacobinos franceses, a su vez, deseosos de exportar sus ideas hacia el Nuevo Mundo, se lanzan a la aventura de pregonar la buena palabra o más bien animados por fines lucrativos, se empeñan en el combate contra la “tiranía española” dedicándose como veremos, a la piratería más que al corso.

… Entre 1821 y 1823 Estados Unidos e Inglaterra reconocen la independencia de Colombia, mientras Francia, unida a la corona española desde 1761 por el Tercer Pacto de Familia, mantiene una posición ambigua. Desea restaurar la soberanía de España en sus colonias, y sobre todo la de los Borbones, pero también desea beneficiarse de las mismas ventajas económicas que los ingleses, ya todopoderosos en los mares desde hace tiempo.

Colombia independizada comienza a armar unos barcos mercantes y otros para el corso con el propósito de desorganizar y desestabilizar el comercio español, así como desafiar su flota, tarea facilitada por la ausencia de marinas de guerra regulares, estables y potentes, a pesar de que España se lleva algunas victorias en las Antillas contra estos corsarios.

Nelson en conflicto con España, cerco a Cádiz (1797). Richard Westall. Wikipedia, la enciclopedia libre.

Nuestras marinas, española y francesa, aniquilada por los ingleses, exhaustas, incapaces de recuperarse por la casi inexistencia de presupuestos para armar y construir buques, de astilleros adaptados a tecnología cada vez más exigentes, encuentran dificultades para proteger a sus nacionales.

Los corsarios suramericanos consideran a los barcos que enarbolan el pabellón francés como enemigos y pueden, según lo estipulan las leyes de las ordenanzas de corso, apresarlos y juzgarlos como buena presa en lo que concierne a las mercancías y documentos transportados, al pertenecer éstos a España.

Entre los franceses naturalizados, se encuentra Pedro Dautant, marinero y corsario de la República de Colombia, capitán y comandante de la goleta de guerra María Isabel. Ha recibido órdenes y el pabellón francés, a su juicio, no tiene diferencia alguna con el de España. Heredero directo de la Revolución Francesa de 1789, todavía muy fresca en las mentes de esta época,. El capitán corsario, al ver que tras tantas luchas Francia otra vez está gobernada por un rey (Carlos X) debe sentirse profundamente traicionado por su ex-patria: no tiene recelos en apresar buques franceses para vengar la sangre derramada de sus antepasados insurrectos. Para este lobo de mar sin escrúpulos, estos barcos indefensos y tan codiciados son fáciles de atacar.

El apresamiento de la HONORINE:

El 4 de mayo de 1825 a lo largo del Cabo Espartel, apresa a la bombarda la HONORINE, transportando todo cuanto puede a bordo, llevando a cabo un saqueo en buenas y debidas formas. La presencia atrevida de Dautant en estos lugares es un desafío abierto a los españoles, una provocación irreverencial, …

El Capitán Maujourdan, comandante de la HONORINE, de porte de ciento sesenta y dos toneladas, equipada con ocho hombres por todo y que partió de Marsella el 14 de abril de 1825, con destino a Santa Cruz de Tenerife, redactó un informe muy detallado: “ El 4 de mayo a las cinco de la mañana partí de la rada de Gibraltar, a donde había recalado a causa de vientos contrarios y violentos, con viento fuerte del Este. Cerca de la una de la tarde descubrí un buque que reconocí como una goleta de guerra. Luego que estuve a tiro de cañón, ella se puso a la capa e izó el pabellón blanco; yo izé el mío y maniobré para pasar por detrás de su popa. Cuando estuve al alcance de la voz, el Capitán me preguntó de dónde venía y a dónde iba, y habiéndole respondido la verdad me ordenó ponerme a la capa, porque iba a visitarme; y arriando enseguida el pabellón blanco izó el que se dice de la República de Colombia. El capitán vino a mi bordo y me exigió mis despachos, que examinó cuidadosamente; después de esto me dijo que me guardase mucho porque tenía orden de apresar el buque si yo no decía la verdad a las preguntas que me iba a hacer. Enseguida me exigió lo que sigue: si tenía pasajeros, que le diera todos los pliegos y cartas, todos las informaciones, que no ocultase nada a bordo y a quién pertenecía el cargamento. Le repuse que no tenía pasajeros; que nada tenía oculto; que iba a entregarle todas las cartas, pólizas de carga, y que ignoraba a quien pertenecía el cargamento; él comenzó a abrir todas las cartas con su tesorero, y habiéndolas leído una después de otra desde las dos de la tarde hasta las seis, me dijo que iba a dejar a bordo dos oficiales y cuatro soldados durante la noche, y que no me separase de sus órdenes. Todo lo que observé en la noche fue que nosotros estábamos muy cercanos al corsario. El cinco de mayo a las cinco de la mañana volvió a bordo el Capitán, con dos embarcaciones armadas con veinte hombres cada una, y me dijo: Sepa Ud. que el Capitán Dautant, en otro tiempo francés, ahora independiente, comandante de la goleta de guerra María Isabel de la República de Colombia, tiene orden de su gobierno para apresar todo lo que Ud lleve perteneciente a los españoles, nuestros enemigos. Yo respeto mucho el pabellón francés, y por lo que le toca a Ud, no debe Ud tener cuidado.

Captura del Nuestra Señora de Covadonga, por J. Cleveley el joven. Fuente: “historia.nationalgeographic punto com”, 9 abril 2015.

El fondeo a cincuenta brazas de agua, en un fondo de arena en el que me hizo anclar a su costado y en donde yo perdí el Cabo Espartel al SENE distante casi cuatro leguas. Ellos botaron una chalupa, abrieron mi escotilla y desembarcaron a babor y estribor las mercancías que quisieron, advirtiéndome que las apuntase, lo que me era imposible, vista la celeridad con que hacían el desembarco con los cuatro hombres que çyo tenía a bordo. A las seis de la tarde me llevó a su bordo, dando orden de que dejasen de desembarcar mercaderías cuando las dos embarcaciones estuvieren llenas. Estando a bordo, me pidió esperase un poco, que iba a ponerme al corriente en el negocio y a pagarme el flete. A las diez de la noche, estando todo pronto, quiso volver a mi bordo donde me contó el flete, que había arreglado a doscientas doce piastras fuertes de España, según un recibo que le di. Enseguida hizo que mi segundo, el maestro de equipaje y yo firmáramos un certificado, del que guardo un duplicado firmado por él y su tesorero. A medianoche me manifestó que aparejase, y que él iba a hacer otro tanto porque la marea y el viento de sudoeste crecían palpablemente. Por consiguiente me preparé para levar mi ancla y a embarcar mi chalupa, esfuerzo inútil a causa de la gruesa mar y lo violento de la corriente. Puse, pues, mi chalupa a remolque con un buen cable, que amarré por el bordo. Después me aconsejé con mis seis oficiales sobre lo que debía hacer y se decidió que encontrándose el buque al Este nos era imposible contrarrestar la marea para continuar nuestra ruta, y que era preciso tomar el puerto vecino lo más proto posible: siendo el viento que soplaba, de la parte del Oeste-Sur-Oeste y encontrándonos sobre el Cabo Espartel, arribamos a Gibraltar en donde fondeamos a las cuatro de la tarde el seis de mayo de 1825.” »  

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