Página del “DIARIO DE CÁDIZ” cuando se público este cuento el 05 de enero de 1992.
TRES COMADRES DE JEREZ
Esto eran tres zumbonas que estaban a ver cuál le hace la puñetería más grande a su marido, para diversión del público. Vivían las tres en Jerez; y ya digo, cada una de ellas de rompe y raja. Y se juntaron las tres, que eran amigas del alcalde, y le dice una:
- Mire usted, señor alcalde, usted sabe que a nosotras nos gusta el cachondeo …
Y dice:
- ¿Qué les pasa a ustedes?
- Pues mire usted, que hemos urdido a vaer cuál le hace la puñetería más grande al marido, y que no se disguste.
Dice el alcalde:
- Por mí hagan ustedes lo que quieran.
Y el marido de una estaba trabajando en Santo Domingo, que está en la carretera de Sanlúcar. Otro estaba trabajando en la Barrosa, que está en el centro de Jerez. Y el otro estaba trabajando en casa de Rizosa, que está aquí, en este extremo de Jerez.
Total, que llama la de Santo Domingo al marido y le dice al hijo de la comadre:
- Mira, ve y llama a tu padre y le dices esto, esto y esto. Y tu hermano que salga después de ti, pero es mejor que le diga esto.
En esto ya habían dado de mano, y aquella noche ya venían a su casa. Y le dice:
- ¿Dónde vas?
- Compadre, ¿qué le pasa a usted? ¡Hombre, qué mala cara trae!
Y lo convenció de que estaba muy malamente y se iba a morir. Pero en la mitad del camino se encuentra al hermano.
Dice:
- Compadre, que me habían dicho que estaba usted muy malo y no me han engañado, porque usted no llega a su casa. ¿Si en la caja están mejor que usted! ¡Venga, vamos ligero!
Total, que llega a su casa. Y en cuanto llega a su casa, aquella mujer:
- ¡Ay, qué dolor de mi alma! ¡Ay, qué dolor de mi Juan! ¿Qué te pasa, hijo de mi alma? ¡Ay, qué dolor! ¡Acuéstate, acuéstate!
Lo mete en la cama, lo arropa, le hace una taza de café y el tío se queda así quieto, mirándola pero más quieto que la madre que lo parió. Allí, como un muerto.
- ¡Ay, qué dolor de mi marido!
Y los vecinos:
- ¿Qué le pasa a su marido?
Y las vecinas:
- ¡Ay, qué dolor del señor Juan! ¡Ay, qué dolor del señor Juan!
Y el tío se queda tieso y más tieso, muerto en la cama. Bueno, mandan por el carpintero, viene, le toma las medidas a la caja, hace la caja, …
- ¡Venga, el coche! ¡Que este hombre ya está apestando!
- No, el coche todavía no está preparado.
Dicen:
- ¡A mano!
Cogen a mano y se juntaron un golpe de gente y, ya al salir de Jerez, ya cerca del cementerio, dice uno:
- Señores, parece mentira de que no somos nadie. Este hombre ayer trabajando en el cortijo dio de mano su peonada tan perfecta y ya se va a enterrar.
Y salta el muerto y dice:
- ¡Y si me descuido me muero antes de llegar a casa!
Y esa es la puñetería.
Pues vamos a la que tenía el marido en el Barroso, que manda llamar al marido y le dice:
- Mira, que el alcalde te ha mandado llamar. Y mira, la ropa que tú tienes no está para que te la pongas, y yo te he comprado un traje transparente que tú no te lo ves y te lo ve la gente.
Y le quitó la camisa, le probó la chaqueta y lo dejó como su madre lo trajo al mundo, y el tío, como no tenía nada puesto, en corichi, le presenta los pantalones.
- Mira, trae para acá. Abróchate la bragueta.
Y, como no tenía nada puesto, en corichi, el pingajo colgando, … y todo de la misma manera.
Le pone los zapatos con unas trincheras así y le da un bastón.
- ¡Ea, vamos al ayuntamiento!
Dice:
- ¿Así?
- Chiquillo, si eso es invisible … Sía a ti te ven un traje nuevo que llevas puesto. DE modo que vámonos, que el alcalde te está esperando.
Pues llega al ayuntamiento, pide permiso, y el alcalde y toda la plebe preparados:
- ¡Buenas tardes!
- ¿Usted para qué ha mandado llamar a mi marido?
- Porque como es un hombre tan bueno y tiene tanto talento, tengo aquí una obra estupenda para que la lea.
Dice:
- Pero yo no sé leer.
- Pero sabe leer tu mujer. Toma, hombre, la obra esta. Para eso te quería. Ya te puedes marchar.
Y traspuso el tío para su casa medio Jerez en pelota.
Bueno, pues es es otra puñetería y ahora vamos a la tercera.
Detalle de la ilustración con que se acompañó el cuento.
La otra estaba en casa Rizosa y cuando llega el hombre a su casa, tenía una barriga así. Dice:
- ¡Ay, hijo de mi alma, que me comen los dolores!
Y lo mandó por la matrona al barrio Santiago, desde esa punta. Sale el hombre corriendo y llega al barrio Santiago por doña Frasquita, que era una sargentona con un pompi así. Y le dice:
- ¡Habrás traído un coche! Porque si no hay coche, como no me lleve usted a cuestas, yo no voy.
- Pues móntese usted aquí.
El pobrecito que era como un alambre y se le monta aquella vieja en las espaldas, se emparrataca, una pata por aquí, la otra por allá. ¡Y no pesaba nada la vieja!
Pero la mujer, mientras él fue por la matrona, agarra y pone dos cajas de frutas, unos rabanitos, y se lió un pañuelo en la cabeza, se puso una gafas y un cabito vela encendido en lo alto del mostrador … De modo que llega y la puerta de su casa estaba cerrada. Había sacado un papel por fuera la mujer como si fuera la pared!
- ¿Mi casa es esta? ¡Esa no es mi mujer!
Vuelve para acá, vuelve para allá, vuelve para acá, vuelve para allá, y la tía aparratacada, que no se echaba abajo ni a las de tres, … Hasta que se cansa y dice:
- Señor, ¡me quiere usted dejar a mí ya y dejarme en mi casa! Si usted no sabe a su casa, ¿cómo va a dar usted con su mujer?
Total, que el pobre hombre agarra y coge otra vez el camino Santiago y, cuando soltó a la mujer, tenía una matadura en lo alto como la que se le hace a los borricos. De modo que llega a su casa y estaba la puerta abierta. Y dice:
- ¿De dónde vienes?
- Hija, ¿tú no me mandaste a mí por la comadre para que te ayudara a parir?
Dice:
- De modo que en treinta años que llevamos casados no has sido capaz de dejarme preñada y ahora me has querido dejar!
ANTECEDENTES:
* Melchor Pérez Bautista le recogió este cuento en Arcos de la Frontera a Antonio Márquez Oliva el verano de 1988. Hay una versión chilena.
* Sólo hay dos versiones españolas de este cuento: esta y una de Baena (Córdoba). Si aparece algunas veces en obras literarias (por ejemplo en Tirso de Molina).
* El contenido es muy parecido al de la comedia “Las alegres comedias de Wirdsond” de William Shakespeare. Pertenece al tipo 1406.
Fuente: Suplemento de Cultura de “DIARIO DE CÁDIZ”, del 5 de enero de 1992; JUAN ANTONIO DEL RÍO CABRERA, colaboración MELCHOR PÉREZ, dibujos de ZOCAR.
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