jueves, 18 de noviembre de 2021

CUENTOS POPULARES RECOGIDOS EN LA PROVINCIA DE CÁDIZ 7.

LA MADRE TRAIDORA

    Era una matrimonio y se murió el padre y se quedó el hijo con la madre nada más. Y esta se echó un querido y el hijo no lo sabía. Y para quitarlo de enmedio el embucho, el querido, le dijo a la viuda que le dijera al hijo que tenía un dolor, y lo mandara por el remedio al castillo de Irás y No Volverás y ya no volvía.


Dibujo original cuando este cuento se publicó en Diario de Cádiz.

    Y cuando le contó lo del dolor, el hijo le dice a la madre:

    - Mamá, voy a ir al castillo de Irás y No Volverás.

    Y dice:

    - ¿Y eso cómo va a ser?

    Dice:

    - ¡Digo! ¿Cómo voy a ir? Pues diendo. Yo iré preguntando a ver dónde está el castillo.

    Y la madre viuda se quedó en la casa y se fue él al castillo. Y en el camino había un cortijo, que era de un viejo que había, que era sabio y estaba ciego. Y tenía dos hijas.

    Le dice a una:

    - Chiquilla, asómate a ver quién viene por ahí.

    Dice:

    - Ahí viene un hombre a caballo.

    Dice:

    - Pues cuando venga aquí le dices que se baje y vaya a verme a mí.

    En que se bajó el muchacho y le dice:

    - ¿A dónde vas, hombre? ¿Quién mal te quiere que por aquí te envía?

    Y dice:

    - Mi suerte mala o buena. Voy al Castillo de Irás y No Volverás.

Castillo de Coca (Segovia). Fuente: “segoviaunbuenplan punto com”.

    Dice:

    - Hombre, ¿y así vas tú a dir? Allí nada más que se abre a las doce el portal, y enseguida se cierran las puertas y te quedas allí. Tú entra al punto de las doce, coge las tres naranjas de la salud (que era lo que le había pedido la madre) y corre a la puerta.

    Y eso hizo, y ahora al salir se cerró el castillo. Y cuando cogió para su casa con las tres naranjas, el viejo tenía las hijas avisadas. Lo llamaron, le hicieron sentarse y mientras le cambiaron las hijas las tres naranjas por otras y las buenas las dejaron junto a la ventana.

    En que cuando volvió dice:

    - ¡Ea, mamá, ya están aquí las tres naranjas!

    Y agarró, se las tomó y ya se le quitó todo el dolor. ¡Si ella no tenía dolor! El dolor era el embucho aquel que quería matar al hijo. Como se quedó con la viuda.


Fuente: Wikipedia, la enciclopedia libre.


    Y agarró y al otro día otra vez igual.

    Y el hijo:

    - ¿Y eso con qué te se quita, mamá?

    Dice:

    - Hijo, tienes que ir por el agua de la salud, que está también en el Castillo de Irás y No Volverás.

    Y cogió su caballo y se fue. Y el que estaba en el cortijo, el viejo ese sabio, dice:

    - Hija, asómate a ver quién viene.

    Y se asomó e iba el muchacho otra vez para allá. Y le dice la hija al padre:

    - El muchacho que se fue de aquí ayer.

    Y otra vez le mandó entrar, y le dice:

    - ¿Quién tan mal te quiere que por aquí te envía?

    - Mi suerte mala o buena. Voy por el agua de la salud para mi madre, que tiene un dolor que no se le quita.


Fuente: “aiguapres punto es”.

    Y el viejo sabía que le engañaba la madre, que era culpa otra vez del tío aquel, pero le dice:

    - Pues tienes que ir al mismo castillo y de una fuente que está enmedio allí coges una poquilla, pero cinco minutos nada más, y si no te quedas allí metido.

    Y hizo lo que le dijo el viejo, y en cuanto salió se cerró el portal. Y cuando volvió otra vez le cambiaron el agua las hijas del viejo, y la madre ni lo notaba. ¡Claro, como ella no tenía dolor ni tenía nada!

    A los dos días otra vez con el dolor y esta vez lo mandó al castillo por leche de una leona. Y el viejo hizo entrar otra vez al hijo.

Fuente: “infobae punto com”.

    - Hombre, ¿quién mal te quiere que por aquí te envía?

    - Mi suerte mala o buena. Voy por leche de una leona para mi madre.

    Y le dijo dónde estaba la leche y cómo ordeñar a la leona para que no se despertara y no lo pillara dentro del castillo.

    Cuando venía dice que le dijo el viejo a la hija:

    - ¿Viene o qué?

    Y entró otra vez y le cambiaron la leche de leona por leche de vaca, y la dejaron allí al lado de la ventana. Y el viejo le dijo:

    - Ahora tu madre tiene que matarte, porque pasa esto y esto. Y cuando te vayan a matar tú les pides que te hagan cuatro pedazos y te amarren al caballo y te echen por ahí, que así tu madre no sufrirá teniéndote cerca y el embucho (que era un gigante) vivirá tranquilo con tu madre.

    Pues nada, cuando llegó y se tomó la leche enseguida se le quitó, pero el gigante le decía a la madre cuando lo vio de llegar:

    - ¿Quién viene ahí?

    - Mi hijo.

    - Tu hijo no puede ser, comadre.

    Pero sí era y, antes de esconderse otra vez, le dijo:

    - Pues ya lo que hay es que matarlo.

    Y al otro día, cuando el muchacho se vio ya negro, dice:

    - Pues mamá, lo que quiero es que me hagas cuatro pedazos, me encinches en mi caballo y me eches por ahí por el campo.

    - Bueno.

    Y lo mataron con un calabozo. Y, claro, como el caballo había dío tres veces al Castillo de Irás y No Volverás, pues cogió la vereda y se fue derecho allí.

    Y le dice la hija del viejo, cuando este le preguntó que quién viene:

    - Digo, el caballo del muchacho. Pero él no viene.

    - Sí, hija. El viene hecho cuatro pedazos. Y ahora me vais traer la leche, el agua y las naranjas.

    Y cuando llegó lo quitaron del caballo, lo puso y él le echó el agua, le echó la leche y le echó las naranjas. Y total, que se puso otra vez bien. Y entonces agarró y le dice:

    - Mira, ahora tienes que ir tú para allá, y agarrar y matar a tu madre y al gigante. Y antes de matarlo le dices que te tiene que dar los ojos míos, que fue el gigante el que me los quitó, y que si no lo matas . Y cuando tengas los ojos míos en la mano, entonces los matas.

    Cuando lo vieron venir otra vez, dice:

    - ¡Me cago en diez! Ya viene ahí otra vez el muchacho, y ahora ya no se puede con él.

    Y ya llegó él y como le dijo:

    - Mira, me tienes que dar los ojos y si no me los das te mato.

    Y se los dio y los mató a los dos. Y entonces agarró y se montó otra vez en su caballo, le dio los ojos al hombre y se los puso. Y se casó con una de las hijas.

    Y yo ya no sé más porque me vine de allí.


ANTECEDENTES:

* Le grabamos este cuento a Antonio de la Cruz Silva Guerrero, de Tarifa, el 17 de junio de 1989.

* Este tipo (el 590) es inédito en Andalucía. Tenemos una versión de Osuna, una de Torre Alháquime y otra de Setenil. Hay siete versiones de otras zonas españolas, tres portuguesas y siete hispanoamericanas, una de ellas brasileña.


*** Fuente: Suplemento de Cultura de “DIARIO DE CÁDIZ”, del 17 de noviembre de 1991; JUAN ANTONIO DEL RÍO CABRERA, colaboración MELCHOR PÉREZ, dibujos de ZOCAR.  

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