martes, 18 de marzo de 2025

“CONIL EN VÍSPERAS DE LA BATALLA DE TRAFALGAR”, 14 de 15. ANTONIO SANTOS GARCÍA, Licenciado en Historia Universidad de Sevilla.

La expansión del viñedo de fines del XVIII e inicios del XIX debe ponerse en conexión con estos repartos de tierras, que crearon algunos nuevos pelantrines entre los braceros, y sobre todo fueron configurando poco a poco la propiedad de los ladradores, que serían a la postre sus auténticos beneficiarios.

Consecuencia de los repartos fue también una importante disminución de las tierras de pasto, sobre todo en la Dehesa de la Villa, donde “por poniente están las fincas pegando con el pueblo y que han sido sembradas de dicha dehesa boyal hasta reducirla a una corta porción de terreno para formar cercados y plantar viñas, por manera que el mayor número de los vecinos braceros tienen en aquella parte sus haciendas. Por levante tampoco hay terreno, por la proximidad de la campiña de labor y de la mar”. El Ayuntamiento constitucional de 1.820 informaba que no debían repartirse más tierras en la Dehesa de la Villa ni el Lanchar: en la primera por su cortedad (200-250 aranzadas amojonadas), que sirve “para descansadero o dormida del ganado de labor (y) la mucha arriería”, ni en el Lanchar, por ser “terreno montuoso e incultivable”, en donde se recogían los ganados que pastaban en aquel partido. 

[Ambientación, imagen no incluida en el original] Un grupo de conileños, hacia 1.955, posa en la puerta del bar, donde hoy se encuentra la rotonda de El Punto del Marqués. Colección particular Alfonso García Guerrero. Fuente: “Conil en la Memoria 2”, p.30, 2.007. 

En todo caso, el “hambre de tierras” no fue ni con mucho saciada. Pero como dicen los autores que han estudiado el tema, los limitados repartos del XVIII sirvieron para despertar las conciencias, en vísperas de la revolución liberal, que terminó de poner sobre la mesa el problema de la tierra durante la primera mitad del XIX.

El CONFLICTO PESQUERO tiene su origen, como el de la tierra, en la etapa de expansión demográfica de los 60. Sus causas eran el impuesto del 8% con que el Señor gravaba la primera venta del pescado, y el monopolio ducal sobre las almadrabas, con las prohibiciones que ello generaba. Desde 1.769, que sepamos, los patrones de jábegas se negaban a pagar la alcabala del 8% al Duque, para lo que volverán a ser requeridos en 1.787. La intervención del Tribunal de Marina en el conflicto nos permite conocer las razones de los pescadores. Según trece matriculados de Conil, armadores de jábegas y palangres, dicha alcabala no consta en los “privilegios inmemoriales” que esgrimía el Marqués de Villafranca (y Duque de Medina Sidonia) y concluida la temporada almadrabera la pesca de todo género de artes era libre en Conil, “sin contribución alguna a Su Excelencia” . Una real Orden de 1.802, en vísperas de Trafalgar, vino a dar la razón a los pescadores, a los que se liberó de esta gabela.

Barca de jábega de Conil (colección Antonio Cifuentes)

Sí reconocían que el Marqués tenía el privilegio exclusivo de la pesca del atún en Conil y que en temporada estaba prohibida toda la pesca de redes, lazos y garfios, permitiéndose sólo la pesca de “cordel y anzuelo por sotavento de la Almadraba”, pero argumentaban que pescar en Barbate, a tres leguas de la Almadraba, no podía perjudicar al Marqués. A pesar del fallo contrario a los pescadores, el intendente de Marina de Cádiz, Gutiérrez Rubalcava, consideraba absurdo que no pudiesen pescar los matriculados en ningún punto de la costa, para no perjudicar las tres almadrabas (Conil, Zahara y Tarifa) que calaba el Marqués en Cádiz. Y es que el Duque exigía que iniciada la temporada, parasen todas las artes de pesca de Conil, lo que obligaba de hecho a los matriculados a enrolarse en la Almadraba del Duque, para poder subsistir. 

Cruz de Moreno. 

Otro motivo de conflicto entre los pescadores y el Duque fue la introducción de las almadrabas de buche. Éstas se calaron por primera vez en Río Terrón o Tuta (Huelva) desde los años 40, y durante la segunda mitad del XVIII hubo diversas tentativas ducales para introducirlas también en Zahara y Conil. Las almadrabas de buche pescaban más y necesitaban mucho menos personal, que venía principalmente de Levante, lo que llegará a provocar en Conil una rebelión abierta de los pescadores. Éstos también se quejaban de que el Duque empleaba en ellas a personal no matriculado, lo que iba contra la ley. En 1.806, un año después de Trafalgar, el Marqués cala por vez primera una almadraba de buche en Conil, a sotavento de la de tiro, sin éxito. El problema traerá cola durante toda la primera mitad del siglo XIX. 

Fuente: Boletines “LA LAJA” (Amigos del Patrimonio Natural y Cultural de Conil), núms. 5 y 6, 2.005-2.006. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario