A lo largo de la historia de la Iglesia Católica española, las misiones han ocupado un lugar destacado como instrumento de evangelización para las masas. En esencia, una misión era una campaña religiosa que se desarrollaba en una localidad durante unos días, generalmente entre siete y quince. En ellos un grupo de misioneros pertenecientes al clero regular, llegados desde fuera de la localidad, organizaba una serie de actos públicos de carácter religioso en los que intentaba involucrar a toda la población. Estas campañas buscaban revitalizar la vida religiosa de pueblos y ciudades y, especialmente, reforzar la labor pastoral de la Iglesia en zonas donde la presencia del clero era escasa o con una cristianización “deficiente”, debido a los bajos índices de práctica religiosa de sus habitantes.
Con la 2ª República en 1931 la actividad misional se vio considerablemente reducida. Un régimen político de inequívoca vocación laicista, como era el republicano, no favorecía la celebración de una manifestación religiosa como la misión, buena parte de cuyos actos se llevaban a cabo en la vía pública y, por tanto, precisaban de una colaboración activa de las autoridades locales.
Imagen del primer franquismo: recatolización y legitimación teocrática del régime, 19139-1929. Fuente: “openkratia.blogspot punto com”.
Sin embargo, en 1939, con el final de la Guerra Civil, esta situación cambió radicalmente. La Iglesia católica vio en la victoria del Ejército franquista la oportunidad para llevar a cabo una profunda re-evangelización de la sociedad española. Con la derrota republicana quedaban expulsadas de la vida pública las fuerzas políticas que habían actuado como vanguardia del proceso de secularización. Para la jerarquía eclesiástica éstas eran las circunstancias ideales para iniciar un ambicioso proyecto de recatolización de masas destinado a restaurar la España católica tradicional, entendida como una comunidad sin fisuras, donde fe y práctica religiosas vertebrasen la vida social cotidiana. Dentro de este proyecto de reconquista católica, a las misiones les fue asignado un papel muy importante.
Desde comienzos de la década de 1940 se pusieron en marcha campañas misionales masivas que se reprodujeron periódicamente durante las décadas de 1940 y 1950. En muchas diócesis fueron misionadas todas y cada una de las localidades que las integraban, pudiéndose decir que la posguerra constituyó una auténtica “edad de oro” de las misiones en la historia del catolicismo español.
Estampas recordatorias de la “Misión Infantil” de 1941 en Conil. Fuente: Fondo Iglesias Pérez.
Entre la multitud que aguardaba la entrada de los misioneros no faltaba nunca la presencia de los niños y niñas en edad escolar, acompañados por sus maestros y maestras. Y precisamente a los escolares iban dirigidos los actos que se desarrollaban durante los primeros días de la campaña misional: era lo que los misioneros denominaban la “MISIÓN INFANTIL”. Ésta consistía en una serie de actos específicamente dirigidos a la infancia. Durante varios días los escolares recibían una serie de charlas catequéticas a través de las cuales los misioneros les ilustraban sobre los principios fundamentales de la fe católica.
Fuente: “ANDALÁN”, Memorias de un País, Cándido Marquesán Millán, 6 febrero 2.022.
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