1.2.- La población.- La cifra de 4.000 habitantes parece creíble, aunque no el número de vecinos que da Rojas (1.100), quizás algo exagerado. Las fuentes de que disponemos aportan información de procedencia diversa sobre vecinos (cabezas de familia), feligreses (¿mayores de 7 años?) y habitantes, con datos a veces contradictorios. La tendencia al crecimiento parece en todo caso indudable, sobre todo en los años centrales de la centuria.
Evolución de la población de Conil, siglo XVIII.
La epidemia de tercianas o paludismo de 1.786 marca un retroceso, que refleja el censo de Floridablanca (quizá demasiado a la baja), pero la pérdida de vitalidad demográfica venía de unos años atrás, como ponen de manifiesto los registros parroquiales. Éstos corroboran el crecimiento de los años centrales del siglo y apuntan una disminución del mismo durante los años 70 y 80 (disminución de nacimientos e incremento de defunciones), con posterior recuperación en los 90, y estancamiento de la población en el cambio de siglo. El año de la batalla de Trafalgar marca el mínimo de nacimientos de toda esta etapa.
Se trata de una población con altas tasas de natalidad y de mortalidad (sobre todo infantil, superior a 400 por mil a fines del XVIII), y una baja esperanza de vida. Hay un claro predominio de la población joven, pero se observa un progresivo envejecimiento durante el último tercio del siglo, como ponen de manifiesto los Censos.
El Censo de Floridablanca aporta algunos datos adicionales de interés: los casados eran el 39% de la población y los viudos el 7,8%. La población activa era sólo una cuarta parte del total (25,6%, y la activa ocupada el 21,9%: es decir, había un 14% de parados). La densidad de población era relativamente alta, más de 40 h/ km2 (la mayor de la zona, superior a Chiclana).
Sobre la salud de la población dice Rojas que “el Pueblo es sumamente sano y no padeció la epidemia (en blanco: ¿de fiebre amarilla de 1.800?). De cincuenta años a esta parte parece que se ha aumentado la población en una mitad”, aunque se hayan camuflado los datos al Gobierno “por temor de que se les aumentasen las cargas”. Dice también que “se usa la inoculación de la viruela, pero sólo hay un niño vacunado”, que “el gálico no es común” y que les hace mucha falta un Hospital y un cirujano.
Fuente: Boletines “LA LAJA” (Amigos del Patrimonio Natural y Cultural de Conil), núms. 5 y 6, 2.005-2.006.
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