sábado, 3 de febrero de 2024

PATRIMONIO CULTURAL: ACTIVIDAD PESQUERA VI.

FLOTA ARTESANAL

Hasta mediados del s. XX, las embarcaciones de la flota artesanal eran de remo y vela latina. Los tres tipos fundamentales eran barcas, lanchas y botes. Las mayores eran las barcas de jábega que solían llevar 8 remos y tenían unas dimensiones aproximadas de 7 m. de eslora, 1,8 m. de manga o anchura y 1,5 m. de puntal. Las lanchas eran más cortas y estrechas (6 x 1,5 x 1,4), dedicadas al palangre, cazonal y también a la jábega. Los botes eran más pequeños, dedicándose al palangre y al trasmallo, aunque algunos mayores también calaron jábegas y boliches. En general tenían 4 remos, con proa y popa casi rectas. En la segunda mitad del s. XX la jábega entra en decadencia, mientras que lanchas y botes comienzan a introducir motores poco potentes, que permitieron alejarse algo más de la costa, sin perder su carácter de pesca de bajura o de bahía. Las embarcaciones de Conil, a falta de puerto de refugio, siguieron varando en la playa hasta 1985. 

Actividad pesquera en la Fontanilla. Fuente: “Patrimonio …”, p. 131. En el libro “Conil en la Memoria II”, el pie de foto de la página 161, dice: Sacando la red, hacia 1973, después de venir de la mar. Fotografía de Juan Capacha

La mayoría de las embarcaciones tradicionales han desaparecido, pues los planes de reconversión de la flota exigen su hundimiento para acceder a las ayudas. Sería conveniente conservar algunas de las viejas embarcaciones que van quedando, al objeto de dotar el futuro Museo de La Chanca. La flota artesanal se ha caracterizado, hasta fechas recientes, por el empleo de saberes tradicionales (tecnologías sensitivas y cognoscitivas) y del vigor físico como principal instrumento de trabajo, estrategias productivas basadas en la diversificación de técnicas y capturas, así como una organización empresarial sencilla. Hace sólo dos o tres décadas, estas pequeñas embarcaciones calaban cordeles y palangrillos (hoy ya verdaderos palangres) o artes de enmalle de 10-12 paños de red (que en la actualidad tienen hasta 100). El concepto de “pesca artesanal” está hoy en transformación.

En aquella época, dependiendo de las mareas, los barquillos de Conil entraban por el río, hacia 1953. Colección particular Juan Marín. Fuente: “Conil en la Memoria II”, p. 163, 2007. 

Conil tiene hoy una flota artesanal de casi 80 embarcaciones en activo, de 3-4 TRB y 2-3 tripulantes de promedio. La construcción del puerto en Cabo Roche, la reorientación de la política pesquera hacia las modalidades artesanales, las nuevas demandas del mercado y la reactivación, en circunstancias favorables, de una larga tradición pesquera han propiciado el desarrollo de la flota conileña desde los años 80. En Conil dominan las embarcaciones polivalentes, de enmalle y palangre . La creciente especialización en artes de enmalle es una tendencia general en toda la provincia de Cádiz, ligada a la intensificación productiva y a la mercantilización que caracteriza hoy a las pesquerías artesanales (productos frescos y selectos, destinados a las ciudades o a la restauración ligada al turismo).

Fuente: Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía. Estadística Pesquera de Conil. 

Los caladeros de la flota conileña se sitúan principalmente entre Sancti-Petri y la desembocadura del río Cachón (Zahara de los Atunes), a una distancia máxima de unas 10 millas. En esta zona se localizan 17 caladeros, unos usados todo el año (La Cañá de la Higuera, Las Vereillas, Filo de la Vaca, Placer de Meca, Lajas de Conil, El Arrecifillo) y otros sólo en determinadas estaciones (Los Molinos, Los Navíos, Cabezo de Patría, Lajas de Cabo Roche). Para proteger y desarrollar los recursos pesqueros se ha procedido en los últimos años a la instalación de arrecifes artificiales, disuasorios de la pesca de arrastre y a la adopción de unas normas de régimen interno (descanso dominical, medida mínima de anzuelos, pesos mínimos de pulpo y cazón, vedas para artes de enmalle y regulación de alcatruces).

Puerto pesquero de Conil. Fuente: “Patrimonio …”, p. 134. 

El proceso de renovación de la flota conileña, con desguace de la de más edad, se ha concretado en dos Planes de Puerto desde 1997 hasta hoy, construyéndose buques de mayor calado, con subvenciones de la administración. El proceso tiende a una reducción progresiva de la flota hasta alcanzar el número óptimo de 50-60 embarcaciones, que responden a un perfil-tipo de 4 TRB, 9,5 metros de eslora, 3,20 de manga y 1,35 de puntal. Se trata de embarcaciones dotadas de mayor seguridad, habitabilidad e higiene y capaces de faenar en caladeros de 4 a 12 millas en condiciones meteorológicas no previstas. Ello permitirá aumentar el número de días de faena y la productividad de las salidas, pues como cada vez hay menos pescado, hay que ir más lejos y calar más paños de red o más líneas de anzuelo. Se trata de empresas familiares que, en las dos últimas décadas, se han embarcado en un proceso de capitalización creciente con incorporación de tecnología (GPS, sonda, ...) y renovación de artes (mejores materiales, mayores dimensiones y multiplicación de su número). La explotación directa o familiar se ha convertido en requisito imprescindible para la rentabilidad de la empresa. Las consecuencias negativas de este proceso se están concretando en una presión creciente sobre los recursos y un empeoramiento de las condiciones laborales de los pescadores asalariados. 

Algunas unidades de la flota artesanal en el puerto pesquero de Conil; fotografía de Turismo de Conil. Fuente: “industriaspesqueras punto com”, 14 diciembre 2021. 

En la pesca de Conil se emplean unos 300 trabajadores y el sector aporta el 10% de la actividad económica local. Las principales amenazas para la nueva flota artesanal de Conil son la tendencia al empobrecimiento de los caladeros locales, el arrastre ilegal de fondos que realizan otros barcos sobre dichos caladeros y la competencia desleal de los furtivos. 

Fuente: “PATRIMONIO CULTURAL DE CONIL DE LA FRONTERA”, Autor: ANTONIO SANTOS GARCÍA; Colaborador: FRANCISCO GONZÁLEZ UREBA; Coordinador: ANTONIO MUÑOZ RODRÍGUEZ; Director editorial: CARLOS ROMERO VALIENTE; Edita: G.D.R. Litoral de la Janda. 2007.  

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